POV CLARA
El sonido de la batalla, amortiguado, pero inconfundible, resuena a través de las paredes del búnker. Cada gruñido, cada impacto distante, es un golpe directo a mi corazón. Estoy de pie, con las manos apretadas, observando la puerta sellada de metal con una desesperación que me carcome por dentro. El Guardián está conmigo, una presencia silenciosa y vigilante que se interpone entre el peligro y yo. Su rostro, ahora joven y enigmático, es una máscara de concentración, sus ojos dorados fijos en el punto más vulnerable de la fortificación.
A mi alrededor, el búnker, que antes parecía un refugio frío y desolado, ahora está lleno de vida, de miedo y de una extraña camaradería. Decenas de mujeres y niños, rescatados de la primera línea de la batalla, se apiñan en el espacio, susurrando oraciones, aferrándose unos a otros. El aire está cargado de la tensión, del olor a tierra húmeda y a miedo.
Marina está a mi lado, sus ojos bien abiertos, su rostro pálido, pero firme. Con una mant