Los días pasan tan rápido que, cuando Ethan se da cuenta, ha llegado el momento del juicio.
La sala del tribunal está cargada de una tensión densa, casi eléctrica. Ethan se sienta derecho en el banco, con las manos entrelazadas, los nudillos blancos por la presión.
Ha dormido poco. Comido menos. Y sin embargo, se siente más despierto que nunca. Esta es la batalla que nunca quiso pelear, pero que no piensa perder. No por él. Por Ava.
Frente a él, Margaret mantiene la misma expresión serena de siempre. Esa sonrisa calculada, que durante años engañó a desconocidos y vecinos. Pero Ethan sabe la verdad.
Conoce las sombras que hay detrás de ese rostro perfectamente maquillado. Hoy, esas sombras intentan arrebatarle a su hija.
La jueza, una mujer de rostro serio y mirada inquisitiva, repasa el expediente antes de hablar. Tiene fama de valorar la reunión familiar, de creer en las segundas oportunidades. Eso, hoy, puede jugar a favor de Margaret. O ser el obstáculo que Ethan debe derribar.
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