"Él solo tiene una misión y es protegerla" Isabella Martino es una cantante famosa, sus canciones encabezan las listas música del país y tiene una fortuna que crece día día. Se puede decir que lo tiene todo o eso es lo que los medios dicen. Si tan solo supieran la verdad. Luka Benedetti eligió ser el guardaespaldas de Isabella por sus propias motivaciones. La quiere para él y está dispuesto a demostrárselo, aunque no será nada fácil de hacerlo. Las cosas se complicaran cuando alguien comience a acosarla.
Leer másIsabella observó a los dos hombres que se estaban enfrentando en la lona. Estaba casi segura de cuál de los dos sería el vencedor. No sabía su nombre porque ni siquiera tenía su ficha de presentación. Era alto, de cabellos castaños, pómulos marcados y parecía estar construido como el acero.
No tenía duda de que el hombre sabía lo que hacía y era uno de los mejores. Sin embargo, no estaba convencida de querer contratarlo como su guardaespaldas. Él irradiaba una energía que la hacía sentirse inquieta.
Sacudió la cabeza. Seguro se sentía así porque no había sido su elección tener un guardaespaldas. No sabía en qué momento las cosas habían cambiado tanto que ahora necesitaba de uno para mantenerse segura.
Su nuevo álbum se estaba vendiendo mucho más de lo esperado y sus canciones sonaban en las emisoras de radio más importantes. En pocas palabras estaba en la cima del éxito y su agente había insistido que su seguridad era lo más importante. No tenía más opción que aceptar, pero había insistido en ser ella en persona quién eligiera a su guardaespaldas.
Antes de ir al lugar había revisado las fichas de cada hombre sugerido por Giovanni, el dueño de B Security. No le ayudó mucho, todos tenían las cualidades necesarias. Había creído que tendría una mejor idea al conocerlos en persona y, de hecho, casi había elegido a alguien cuando Mia apareció. Aquella mujer la había convencido, con una sonrisa y cuantas palabras, que una demostración de pelea era una buena idea. Ya no estaba tan segura.
Isabella vio como el hombre llevaba a su oponente al suelo, derrotándolo al igual que a sus anteriores contrincantes. Los aplausos no se hicieron esperar.
—¿Qué piensas? —preguntó su agente.
Si decía que quería otro que no fuera el hombre que acaba a derrotar a todos sus oponentes, todos la mirarían como si no estuviera actuando con lógica. No era una diva y no iba a empezar a comportarse como tal.
—Él está bien —se limitó a responder.
—Gané —le dijo Mia acercándose y tendiendo su mano.
Esa mujer le agradaba, parecía una dulce hada de esas historias para niños. Además, la trataba con total naturalidad, incluso después de que le había confesado de que era una de sus grandes admiradoras.
—Deja de estafar a mis clientes —regañó Giovanni acercándose a ella.
Isabella pensó que Mia estaría metida en un lío si no aclaraba las cosas.
Giovanni era intimidante, lo había pensado cuando lo conoció por primera vez y lo seguía creyendo en ese momento. Parecía el tipo que podría matar a alguien, si le daban los motivos necesarios.
—No se preocupe, fue un juego limpio. Ella trató de convencerme de que él ganaría, pero me resistí a creerle.
Si ella habría estado en el lugar de Mia tal vez habría tenido algo de miedo, pero la mujer incluso le dio una sonrisa a Giovanni y permaneció con la mano extendida.
Él le dio una mirada de advertencia a Mia y luego miró en dirección del que sería su guardaespaldas.
Sacó de su cartera su billetera y le extendió un billete a Mia quien le agradeció y se lo guardó.
—Luka, acércate —llamó Giovanni.
Luka. Así que ese era su nombre.
—Señor Vitale, fue un espectáculo interesante —dijo su representante—. Es solo que no vimos el archivo del señor…
—Benedetti, Luka Benedetti —se presentó él acercándose.
Luka les tendió la mano por turnos. Cuando Isabella tomó su mano sintió que esa sensación de antes crecía.
Dejó de escuchar lo que el resto decía y sus pensamientos se perdieron mientras miraba a Luka con más atención de la que tal vez era considerada educada. Después de un rato él pareció darse cuenta de su evaluación y sus ojos se encontraron. Una sonrisa de lado se extendió por su rostro mientras sus ojos brillaban con diversión. Casi se sintió como una niña que era atrapada en alguna travesura, pero no desvió la mirada.
Siempre era alguien cautelosa, pero se encontró queriendo saber más sobre aquel sujeto. Una voz en el fondo de su cabeza le dijo que lo mejor era pedir que alguien más trabajara para ella; sin embargo, la ignoró.
Isabella decidió concentrarse en lo que los demás estaban hablando.
—Lo siento, me temo que tendré que rechazar —le dijo Mia a su agente. Él debía de haberla invitado a una cita o algo así—. Giovanni no es mi jefe, es mi novio.
Eso último la tomó por sorpresa. Los miró a los dos sin ser demasiado obvia. Cuando Mia se había acercado pensó que trabajaba para Giovanni. Que fueran novios le resultó algo extraño. Donde ella parecía toda dulzura y encanto, Giovanni apenas y sonreía.
—Deberíamos irnos ya —dijo su madre con su voz siempre indiferente. Isabella ni siquiera sabía porque se había molestado en venir. Todo el tiempo se la había pasado en su celular. seguro revisando que nuevas prendas adquirir durante su salida del fin de semana.
—Está bien —dijo.
Su agente envió un mensaje, de seguro al conductor para que viniera a la puerta a recogerlos.
Isabella se despidió de todos, le dio un último vistazo a Luka y se alejó de allí.
—Eso estuvo interesante —comentó su agente cuando estuvieron todos dentro del auto—. Me gusta él, quiero decir que parece saber lo que hace.
—No está mal —dijo sin mostrarse demasiado interesada—. Envíame su ficha en cuanto el señor Giovanni te lo mandé.
—Está bien.
Su agente pasó a hablarle sobre lo que tenía en su agenda para el resto del día y el tema de su nuevo guardaespaldas quedó en el olvido. Aunque sabía que volvería a pensar en él una vez estuviera a solas.
Luka estaba observando a través del vidrio a su esposa mientras respondía a las preguntas del entrevistador. Estaba tan orgulloso de todo lo que estaba logrando. Su carrera como cantante había seguido creciendo y ahora era conocida en muchos más lugares. Aunque por el momento las giras habían sido pospuestas. Isabella lo había decidido así por su hijo. Angelo Bennedeti había nacido poco más de diez meses atrás con un peso de tres kilos y trescientos gramos después de un trabajo de parto que había durado más de quince horas. Había venido al mundo gritando fuerte y había mantenido la costumbre. El pequeño travieso adoraba armar escándalos olímpicos y prefería no dormir demasiado de noche. Los primeros meses después del parto habían sido todo un caos. Apenas habían dormido y muchas veces se habían desesperado al no saber lo que su hijo quería. Pero poco a poco habían ido aprendiendo. Aunque no sin un par de maldiciones de por medio, que por supuesto procuraba decir lejos de su hijo si n
Isabella miró los pequeños palos de plástico cada vez más nerviosa. ¿Quién iba a pensar que cinco minutos podían parecer toda una eternidad? Era como si el tiempo se hubiera vuelto más lento a propósito.—Si sigues mirándolos así, solo lograras desintegrarlos con la mirada —bromeó Mia. Alzó la cabeza y la fulminó con la mirada—. No dije nada —dijo ella con las manos en alto.Regresó su mirada a las pruebas de embarazo y todavía no había ningún resultado. Las maldijo por tardarse tanto.Escuchó una risita, pero decidió ignorarla.Su último periodo se había atrasado casi una semana, pero apenas se había dado cuenta el día anterior. No había tenido ningún otro síntoma; sin embargo, no se había sentido capaz de esperar. Entonces, temprano esa
—Este fue un día perfecto —dijo Isabella mirando el cielo lleno de estrellas. La luna brillaba con intensidad en medio de la oscuridad y más allá los árboles se movían con el viento.El sonido de la música llegaba desde la lejanía, así como el ruido que hacían sus invitados mientras se divertían. Ellos habían salido en busca de un poco de privacidad y se habían alejado.—El mejor día de mi vida. —Depositó un beso en su hombro.Esa mujer increíble era ahora oficialmente su esposa. Suya para cuidar y suya para amar. Debía haber hecho algo realmente bueno en su vida pasada.—Me siento como en un sueño, pero espero que no sea así porque los sueños se acaban al despertar y quiero que esto que siento dure para siempre. —Seguro que nos las ingeniaremos para que sea así.
Isabella estaba nerviosa; pero también emocionada. Después de levantarse esa mañana, apenas había tenido tiempo para desayunar antes de ser arrastrada hasta a la campiña fuera de la ciudad en la que se celebraría la boda. Era un lugar mágico y las edificaciones lucían como de principios del siglo pasado.En el lugar se encontró con sus amigas, pero no hubo rastro de Luka. Fue llevada directo a una de las habitaciones antes de que tuviera oportunidad de preguntar por él. La noche anterior se había sentido una eternidad sin Luka a su lado y le había costado quedarse dormida.En la habitación las esperaban un equipo completo de maquilladores profesionales. Ellos les hicieron un tratamiento de piel completo y luego comenzaron a arreglarlas.La organizadora vino un par de veces para asegurarle que todo afuera iba bien y eso la hizo sentirse más tranquila. Ella era una de
Luka llevó a Isabella de regreso a su mesa. Giovanni y él habían pasado por allí antes de ir a buscarlas en el servicio higiénico; de hecho, había sido Zinerva quién les había dicho dónde estaban apenas los vio acercarse.—Hueles delicioso —dijo Isabella a su lado. Su comentario le sacó una sonrisa.—Comenzábamos a creer que nunca aparecerían —comentó Martia cuando se detuvieron frente a ellos—. Es bueno que estábamos equivocadas porque si no tendríamos que haber buscado alguien que nos llevara. —Aurelio está afuera, él las llevará a ambas —informó Giovanni.—Bueno, vamos. —Zinerva soltó un bostezó—. Me estoy muriendo de sueño. ¿Qué hora es?—Alrededor de las dos de la mañana. —Eso debe ser algún récord para ustedes. No creí que aguantaran hasta la medianoche —se burló Martia antes de levantarse y darle su llave. Él les había prestado su auto para que viajaran más seguras.Isabella soltó una risita a su lado.—De hecho, todos pensábamos lo mismo.Todas asintieron de acuerdo.—Nos al
—Entiendo porque yo llevo peluca y lentes de contacto, pero no estoy segura de por qué lo hacen ustedes —dijo Isabella apenas conteniendo las ganas de soltarse a reír.Si el objetivo era pasar desapercibidas, no estaban para nada encaminadas. La peluca rosada que estaba usando resaltaba probablemente desde kilómetros de distancia, era algo que no habría usado a menos que alguien la hubiera obligado y, de hecho, así había sido. Y como si fuera poco sus amigas no lucían muy diferentes de ella. Martia traía una en color verde neón, Zinerva había optado por una en rojo sangre y Mia llevaba una fucsia.Mia la miró con mala cara.—Porque es divertido. Es como una de esas películas en las que debes ocultar tu identidad.—Exacto —dijo Martia mirándola por el espejo retrovisor.—No sé cómo dejé que me convencieran —musitó Zinerva divertida.—No lo hicimos, estabas entusiasmada con usarlas.—Antes de ver el color. Luego fue tarde para cambiar de opinión.Las risas no se hicieron esperar.—¿Dejas
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