Durante la cena, en un momento en que los platos principales ya habían sido servidos y el ambiente parecía calmarse un poco, Jared se inclinó hacia su hijo con una expresión paternal de curiosidad. Quería conversar de temas menos ásperos que los familiares. Entonces preguntó:

—Y dime, Killian, ¿te gustaría hacer una exposición aquí, en la ciudad?

Kilian dejó los cubiertos sobre el borde del plato, limpió con cuidado sus labios con la servilleta, y luego asintió con frialdad, sin entusiasmo, como si la idea no fuera novedosa para él.

—Sí. De hecho, estuve considerando organizar una muestra por aquí. Nada muy grande, pero sí lo suficientemente importante como para atraer a quienes valen la pena.

Jared sonrió, complacido con la respuesta.

—Me parece excelente. Podríamos invitar a algunos inversionistas, empresarios, incluso gente del extranjero si es necesario. Sería una oportunidad perfecta para demostrar lo que sabes hacer.

A Nadia le llamó la atención la conversación. Siempre había se