C28: Que nadie conteste las llamadas.
—No me dejes justo en frente de mi casa. Déjame unas cuadras antes —pidió Nadia cuando Rowan detuvo la lamborghini en su calle, mirando por la ventana.

Rowan frunció el ceño.

—¿Por qué? Ya es de noche, Nadia. No quiero que camines sola a estas horas —respondió, preocupado, sin dejar de mirar el reloj del tablero que marcaba una hora avanzada.

—Estaré bien. Es mejor así, por favor —insistió ella sin agresividad.

Él suspiró con resignación. No estaba de acuerdo, pero decidió respetar su decisión. Así que la dejó varias cuadras antes, justo donde ella indicó. Aun así, no se marchó. Rowan dejó el motor encendido y, a una distancia prudente, comenzó a seguirla con el coche, sin hacer ruido y manteniéndose lo suficientemente alejado para que no se sintiera vigilada, pero lo bastante cerca como para intervenir si algo sucedía. Solo cuando la vio abrir la puerta de su casa y entrar sana y salva, se permitió dar la vuelta.

Nadia, por su parte, notó al instante que algo estaba mal en el ambiente
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