C105: Y todo por tu culpa.
Nadia frunció el ceño, visiblemente confundida ante las palabras que acababa de escuchar. Su expresión denotaba sorpresa, desasosiego, como si no pudiera comprender la reacción que su abuela acababa de tener.
Jared, por su parte, también se quedó confundido, sin saber exactamente cómo responder, como si las palabras de su madre lo hubieran dejado sin aliento. Había algo inquietante en aquella escena: la abuela, con una expresión intensa, con los ojos ligeramente vidriosos, sostenía la mirada de Nadia con angustia.
—Abuela… ¿qué sucede? —preguntó Nadia—. ¿Por qué estás diciéndome esto?
La mujer mayor no apartó la mirada. Sus ojos, que parecían haber recuperado momentáneamente la lucidez, se mantenían fijos en los de su nieta con una intensidad que delataba su emoción.
—No necesitas casarte con nadie, Nadia —dijo la anciana—. No tienes por qué hacerlo si no lo deseas. Yo sé que no lo quieres, yo sé que tu corazón no está en ese compromiso. No finjas lo que no sientes, hija mía.
Jared di