Después de aquella conversación amena, llena de comentarios ligeros que parecían distender el ambiente, Rowan deslizó la mano dentro de su abrigo y extrajo un teléfono móvil con evidente satisfacción. Miró el dispositivo unos segundos, como si evaluara su eficacia, y luego lo mostró a Michael con una ligera sonrisa.
—Tengo un celular nuevo —anunció con un tono despreocupado—. Perdí el anterior, así que este es el reemplazo. Ahora, voy a intentar comunicarme con Luciano. Quiero que me pase el número de mi futura esposa.
Michael no respondió. Simplemente lo miró con una sonrisa leve en los labios, una que no decía mucho, pero que sugería comprensión. Rowan se preparó para llamar, moviendo los dedos con agilidad sobre la pantalla. Presionó el número y acercó el teléfono al oído, esperando que Luciano contestara al primer timbrazo. Pero no fue así.
—Demonios —murmuró Rowan con un gesto de frustración al ver que no obtenía respuesta—. No contesta. Luciano es… bueno, ya sabes cómo es. Muy p