—Juan, no me encuentro bien, me duele la cabeza ...
Su voz era delicadamente resignada.
Juan arrugó la nariz e inconscientemente miró a Lorena que estaba a su lado.
Una luz clara brilló en sus ojos, con indiferencia de contemplar el espectáculo, sin ningún ira o celos.
El corazón se le encogió un poco y apartó a Susana con un tono de impaciencia:
—Vuelve si no te encuentras bien, nadie te retiene aquí.
A Susana se le saltaron las lágrimas, inclinó la cabeza y se mordió el labio, como si la hubieran agraviado.
La policía contemplaba la escena, quedándose muda.
Le hizo algunas preguntas más a Lorena, a las que respondió con sinceridad.
Lorena no pudo evitar preguntar:—Esa calle está vigilada, ¿verdad?
—Averiguamos ese coche, que llevaba placa de matrícula falsificada, hace tiempo que debería haber sido desguazado.
La vigilancia en la entrada estaba rota, y cuando miramos la vigilancia en la intersección, el sospechoso llevaba un sombrero y una máscara, así que no pudimos ver su aparienci