Las notificaciones comienzan a llegar como una lluvia de fuego. Primero una. Luego diez. Luego cientos. El nombre de Zoé aparece en las tendencias. Las redes arden. Los titulares son crueles. Directos. Implacables.

“¡EXCLUSIVA! Se filtra el contrato matrimonial entre Liam Westwood y Zoé Ramos. ¿Amor o puro negocio?”

“Todo fue una farsa: el acuerdo que fingía amor para encubrir escándalos médicos”

“La verdad detrás del ‘cuento de hadas’ de Westwood y su esposa”

La pantalla del teléfono de Liam vibra sin cesar sobre la mesa. Él lo ignora. Sabe lo que encontrará si mira. Lo presentía. Clara lo había advertido, con esa sonrisa venenosa y su frase envenenada: “Si yo caigo, no caeré sola.”

Zoé entra al salón justo en ese momento, con Camila dormida entre sus brazos. Su mirada lo dice todo: lo ha visto. Lo ha leído. Lo ha sentido.

Liam se pone de pie de inmediato.

—Zoé…

—¿Es real? —pregunta, con la voz rota, aunque no por la sorpresa—. ¿Lo publicó?

Él asiente, los puños cerrados.

Zoé deja a