La granja bullía de vida. La gente charlaba con buen ánimo, los niños correteaban por todos lados y ya había unos guitarristas, en torno a los hogueras, tocando algunas canciones.
—¡Ah, vale! — exclamó Lawrence sin salir del asombro —¿Acaso teníamos familia numerosa y ni enterados?
Lorette rio entre dientes y volvió la vista hacia atrás, donde se encontraban Lilly y Audrey sin saber qué se esperaba que hicieran ellos. Tomó la mano de Tomás, quien de solo ver a los niños corretear ya comenzaba a impacientarse.
—En realidad no…— explicó mientras se adelantaba unos pasos — … no solo están tus tíos y algunos primos. También se ve que vinieron muchos ahijados de tu tía, junto con sus familias… ¡Oh! Mira, allí está mi batu.
Dicho esto, sin esperar respuesta de nadie, Lorette comenzó a correr con Tomás de la mano, dejándolos a todos atrás. Lawrence no pudo evitar reír, volvía a ver a esa misma mujer que había conocido el día que habían ido al campamento.
Se encogió de hombros, lo cierto