Mientras Lawrence intentaba salir airoso de aquella situación, Lorette hacia lo suyo buscando la mejor manera de sacarle toda la información a esa criada y, de ser posible, convertirla en una buena aliada. Ella estaba convencida que lo lograría.
A fin de cuentas ¿Acaso no era cierto que su raza tenía el don de la palabra justa?Por eso, se encontraba escuchando a Valery con una sonrisa benevolente incrustada en la cara. Aunque, en amén a la verdad, por cada palabra que salía de esa boca, ella deseaba callarla de una buena bofetada.«¡Cielo Santo! Ahora veo que Lawrence tenía motivos más que sobrados para actuar de esa forma… ¿Cómo puede ser posible una mujer tan grosera?»Tuvo que reconocer de mala gana y solo porque no entraba en ella la desfachatez que esa joven tenía de justificar la marginalidad a la que querían llevarlos a ellos solo por pertenecer a la raza gitana.Ante lo evidente, Lorette se preguntó si, acaso, aquell