—¿Qué te pasa, cariño? —preguntó Camila, medio molesta.
Alejandro parpadeó. Incluso ya estaba sentado en el asiento del conductor sin darse cuenta de cuándo había terminado el desayuno. —Te traje tu comida favorita, pero no tienes ánimo —se quejó Camila.
Alejandro respiró hondo, apresurándose a corregir su expresión. Le acarició suavemente la mejilla a Camila. —Lo siento. El trabajo me tiene muy absorbido.
—¿Seguro? —Los ojos de Camila se entrecerraron. —¿No es por otra cosa?
Alejandro se rio entre dientes, inclinándose. —¿Otra cosa? —Le deslizó el pelo a Camila detrás de la oreja, sus dedos bajaron a la nuca y luego al escote que la mujer había resaltado a propósito. Camila se mordió el labio suavemente, cerrando los ojos, disfrutando.
Y justo en ese momento,
—Conduce con cuidado, ¿sí?
La voz de Valentina. Clara. Resonó en la cabeza de Alejandro.
Fue como si una mano le agarrara el pecho. Sus dedos se apartaron del cuerpo de Camila al instante.
—¿Cariño? ¿Qué pasa? —Camila abrió los o