Alejandro se congeló. Las palabras que quería decir murieron en su garganta. En el reflejo del cristal de la ventana, parecía un pez koi jadeando por falta de oxígeno.

—Ves, no puedes responder —La voz de Valentina tembló, conteniendo algo que había reprimido durante mucho tiempo. —Antes yo era ingenua, luchando sola... solo por una cosa, Alejandro. —Su respiración sonó entrecortada. —Te amaba. Quería que tú... me miraras un poco. Que me recordaras, incluso si Camila brillaba mucho más.

Esas palabras golpearon a Alejandro. Dejándolo mudo. Mortificado.

—¿Y al final? —Valentina continuó. —Solo era un adorno en esta mansión. Y ahora, no quiero ser más esa mujer ingenua. No sé... si realmente quieres cambiar o si solo me herirás peor.

—Valentina... —Alejandro la llam&