Mundo ficciónIniciar sesiónApenas llegó al hotel —el lugar que Diana reservó en cuestión de minutos antes de que él realmente volara a Madrid—, Alejandro se quedó paralizado frente a la ventana. La noche de Madrid se extendía, pero su mente se negaba a calmarse. La reunión de mañana era a las diez, pero sus ojos no querían cerrarse en absoluto.
¿Estaba mal que Valentina siguiera llenando su cabeza?
Apretó el teléfono, dudando. La voz de esa mujer parecía llamarlo de nuevo, la voz que solía preguntar por él cada vez que estaba de viaje de negocios, una voz que él ignoró sin pensarlo dos veces.
Finalmente, pulsó el botón de llamada. Esperó. Mucho tiempo. Demasiado tiempo, hasta que sintió que el aliento le oprimía el pecho.
Clic.
—¿Quién es? —La voz de Valentina era suave... pero







