CAPÍTULO 52

—¿Está Valentina? —preguntó Alejandro apenas sus pasos se detuvieron frente a la puerta de la habitación de su esposa. Su intención de llamar a la puerta se frustró cuando Peni salió de la habitación. Evidentemente, la pregunta de Alejandro hizo que Peni diera un brinco de la sorpresa.

—¡Dios mío, señor! —Peni cerró los ojos con fuerza—. Lo siento, no sabía que estaba aquí.

Alejandro chasqueó la lengua. —¿Está Valentina?

—Sí, señor. Pero parece que la señora Valentina ya se ha dormido —dijo Peni con la cabeza baja. No se atrevía a mirar a su jefe, y mucho menos recordaba su desobediencia al ignorar las llamadas de Alejandro esa tarde. Temía que él sacara el tema.

—Quiero verla. ¿Puedes apartarte?

Peni parpadeó, pero rá

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