“Hoy” esa era la palabra clave. Hoy estará vivo, pero mañana podría no estarlo. Y por el estado en que lo vi, no creo que le quede mucho. Si no lo mata directamente, el estado crítico de su cuerpo hará el trabajo.
Pero me sentía aliviada al saber que al menos hoy, Derek no se convertirá en un asesino.
Mis músculos se relajaron. Inconsciente, volví aferrarme a su cuerpo.
Llegamos a la habitación y él me dejó en la cama.
―No lo mates ―Le pedí de una vez.
―¿En serio te vas apiadar de él? ―Me soltó una risa frustrada.
―No me estoy apiadando de él, si no de ti.
Estando en ese sótano, no sentí pena por el señor Martín. Incluso, podría decir que no me importó en lo más mínimo su sufrimiento. Y si hubiese sido otra persona quién lo estuviera torturando