-Lo empujo con mi antebrazo mientras niego varias veces, con la respiración agitada y el corazón golpeando contra mi pecho.- ¿Qué carajo te pasa? —le digo, mirándolo con furia—. Tienes más de diez años sin verle la cara a tu familia, y ahora vienes todo cambiado, Jhon —me limpio el cuello donde había dejado su aliento—. Ese niño de quince años que se fue... volvió siendo un canalla. —Extiendo mi mano hacia él con firmeza—. Dame las llaves. Deja de actuar así.
Jhon: —Suelto una risa baja y oscura, sin apartar mis ojos de ella—. Claro que no soy ese niño. —Me acerco sin permiso, tomándola por la cintura con suavidad pero firmeza—. Y tú ya no eres esa niña. —La observo con detenimiento, como si no hubiese pasado ni un día desde la última vez que la vi—. Volví para llevarte conmigo. Mis abuelos están muy enfermos y quieren que me case rápido. Me dejarán todo. —Paso mi mano por su cabello rojo, como si fuera de mi propiedad—. Ven conmigo, Katherine. Al fin y al cabo... no tienes nada aquí.
-Trato de alejarme, pero era imposible. Sentía su cuerpo firme, su pecho contra el mío, su olor, su presencia.- ¿De qué hablas, Jhon? —digo girando el rostro, intentando escapar del calor de su aliento—. Ya déjame, me estás asustando... con todo lo que estás diciendo.
Jhon: —Paso mi mano por su rostro, con ternura fingida—. Es verdad, Katherine. Desde que llegaste a casa siendo una niña me pareciste hermosa. Con el tiempo solo pensaba en verte, hasta que supe que te quería. —Una risa rota se escapa de mis labios—. Por eso me fui lejos. Pensé que podría olvidarte... pero como ves, fue imposible.
-Niego con fuerza, mi mente gritando mientras trato de zafarme.- No... Estás mal de la cabeza. ¡Suéltame ya! —Le piso el pie con fuerza, logrando que afloje el agarre por un segundo. Aprovecho y le arranco las llaves que sobresalen de su pantalón. Corro hasta la puerta del baño y la abro, pero antes de cruzarla me toma del cabello, arrastrándome al suelo.
Jhon: —Al verla en el suelo, me subo encima de ella, inmovilizándola por completo—. ¿Por qué no solo aceptas que eres mía? —le susurro al oído con una sonrisa torcida—. Es más fácil que sigas este teatro. Al final, a nadie le importas. —Paso mi mano por su mejilla, como si fuera un gesto de amor—. Pensé que nuestro encuentro sería más lindo... pero tú lo arruinaste todo.
-Sin pensarlo, mis ojos se llenan de lágrimas que brotan sin aviso. Un susurro tembloroso se escapa de mis labios.- Suéltame... ya...
Jhon: —Río mientras bajo mi rostro y dejo un beso corto en sus labios, sin su permiso—. No seas tan débil, hermosa. —Me levanto y camino hacia la puerta, saliendo de la habitación sin camisa, como si nada hubiese pasado.
Al día siguiente
Alarma: 6:00 a.m.
-Me siento sobre la cama, mirando mis manos temblorosas. Me siento rota, vacía.- No sé si mi vida es un asco... o si solo son pruebas las que tengo que superar. —Niego varias veces y apago la alarma—. He luchado por más de veintidós años... No puedo caer por nada ni por nadie. —Aprieto mis manos, respirando profundo—. Seré la abogada que siempre he soñado. Lucharé por lo que quiero, no importa cuántas veces caiga. Me levantaré... por mí. El amor que me tengo es más importante que cualquier otro.
-Camino al baño y me doy una ducha rápida. El agua fría me devuelve un poco de cordura
16 minutos después
-Termino de maquillarme, aún con rastros de lo que pasó la noche anterior.- Bueno... lista para ir a estudiar. —Me miro en el espejo, notando que el labial está corrido. Me acerco para limpiarlo, pero al tocar mis labios, el recuerdo de anoche me golpea como una ola helada. Cierro los ojos con fuerza, negando.
-Olvida esa imagen, Katherine... olvida todo... —me digo a mí misma. Golpeo suavemente mi cabeza contra el espejo.— Maldito cerebro... Ahora solo pensaré en eso.
-Salgo de mi habitación en silencio.
Sila: —La veo golpearse la cabeza suavemente y frunzo el ceño—. Hermanita, ¿qué haces? No me digas que andas fumando algo raro.
-Niego con una sonrisa forzada.- No es eso... solo...
Sila: —Cruzo los brazos, insistente—. Habla ya.
-Río levemente para desviar el tema.- Solo estaba pensando en ti. No me gustó que te fueras con ese Zhaid. Sabes que no me cae bien ese pendejo.
Sila: —Me alejo con una sonrisa traviesa y arqueo una ceja—. A ver hermanita: primero, no se nombra a mi amor en esta casa. Ya sabes que es prohibido. Segundo: no es un pendejo, es un dulce de coco. —Río—. Es hermoso y lo quiero con todo mi corazón.
-Eres tan tierna, hermanita... solo quiero que no te hagan daño. —La abrazo con sinceridad.
Sila: —Beso su mejilla—. Te amo, hermanita. ¡Ven, vamos a desayunar!
Al sentarme con Sila, veo a Mamá ya arreglada. Estaba radiante.
-¡Wooo, mamá! ¿Qué te hiciste? Te ves hermosa.
Sila: —Asiento con una sonrisa—. Así vas a enamorar a todos. Si sin maquillaje ya enamoras, ahora imagínate vestida así.
Mery: —Río mirándonos—. Hoy voy a salir. —Muerde un trozo de manzana.
En ese momento Mathew se sienta junto a ella y noto cómo la observa de arriba a abajo.
-Buen día, señor Mathew. —Digo mirando mi plato, para evitar verlos demasiado.
Sila: —Río con picardía—. Papá, deja de mirar a Mamá así. Yo como tú cuidaré muy bien de ella.
Mathew: —Sonrío y la miro con ternura—. Su madre siempre ha sido la mujer más bella.
Mery: —Deja la manzana sobre mi plato y lo mira sin paciencia—. No me dejas comer si me miras como un tonto, Mathew.
-Contengo una risa. Me parecían dulces, a su manera.
Sila: —Río a carcajadas—. Mamá enojada es más linda. Si mi hermanita y yo nos enojamos, parecemos dragones.
En ese momento Jhon entra en la casa y se sienta junto a mí. Se me hiela la sangre.
Jhon: —Con voz casual—. Veo que se levantan tarde para desayunar. ¿De qué hablan? —Me mira directo a los ojos.
-Nada... nada importante. —Trago saliva y me dirijo al resto—. Ya comí, me retiro.
Jhon: —Toma mi mano rápidamente—. Deja que te lleve hoy a la universidad.
-Niego, tratando de mantener la calma.- Me iré con Sila.
Sila: —Niego también, con pena—. Hermanita, hoy entro tarde. Tengo unas diligencias en la mañana, lo siento.
-Bueno... entonces me voy sola.
Mathew: —Golpea la mesa con fuerza, alarmado—. No. Jhon te llevará. No escuchaste que hay peligro en la zona. ¡Síentate y espera a Jhon!
-Suspiro y asiento sin decir nada.- Sí, señor.
Jhon: —Voltea hacia Mathew y guiña un ojo con una sonrisa sobradora—. Tienes razón, señor Mathew. Mejor dicho... padre. —Come un trozo de pastel tranquilamente.
Mery: —Lo mira con ternura—. Jhon, cada día estás más guapo, hijo.
Mathew: —Frunce el ceño con celos—. Normal. Es joven. —Mira unos papeles y dice—: Hoy te acompañaré a donde quieras que vayas.
Mery: —Ríe burlona—. Estás equivocado. Tú no irás conmigo. —Se quita el anillo de matrimonio—. Quién sabe qué príncipe me encuentre hoy... así de lindo como nuestro hijo.
Mathew: —La mira, tomándole la mano con suavidad—. Claro, mi hijo es lindo porque yo soy su padre. —Le besa la mano.— Ningún príncipe verás hoy.
Mery: —Ríe—. ¿Por qué no?
Mathew: —Con una sonrisa segura—. Porque yo soy el rey... y los reyes no dejan que los príncipes roben a sus reinas.
Jhon: —Me levanto de la mesa mirando a Katherine—. Mathew, ¿no será que el rey terminará matando a cualquier príncipe o plebeyo que se acerque demasiado a su reina?
-Suspiro hondo, deseando desaparecer.- Hasta luego, Mamá. Señor Mathew. —Me alejo de todos, saliendo del lugar con el corazón latiendo como un tambor..