Isabela, una joven de 19 años, se ve atrapada en un matrimonio arreglado con Gabriel Montenegro, un hombre de 23 años, fuerte, dominante y lleno de oscuras pasiones. Aunque ambos son reacios a esta unión, las circunstancias los empujan a convivir juntos, desatando una atracción mutua que parece incontrolable. Gabriel, obsesionado con tener el control, lucha contra los sentimientos profundos que surgen por Isabela, mientras que ella, inmersa en su propia lucha interna, se siente atrapada entre el amor y la desesperación. A medida que la relación entre ellos se complica, Isabela se encuentra en un romance secreto con Daniel, hasta que un día, en un encuentro íntimo, su grito de pasión por Gabriel desencadena una serie de eventos que cambiarán su vida para siempre. Secuestrada por los hombres de Gabriel, Isabela se enfrenta a su propia vulnerabilidad y a la fuerza imparable de sus deseos. A pesar de las traiciones y las luchas internas, Gabriel descubre que lo que siente por Isabela va más allá de la dominación; es un amor profundo que lo consume. Pero el destino parece jugar en su contra cuando Isabela, tras un trágico accidente, queda en coma, dejando a Gabriel devastado y sumido en un profundo arrepentimiento. Gabriel marcará el inicio de una nueva etapa, llena de desafíos, reconciliaciones y una fuerza renovada en su relación. Ambos deberán aprender a vivir y a convivir como familia, enfrentando las amenazas externas que amenazan con destruir lo que han comenzado a construir. "Marcada por el Destino" es una historia de amor apasionada y compleja, que explora el poder de la dominación, la redención y la construcción de una familia, mientras los protagonistas luchan por superar sus propios demonios y encontrar su lugar en un mundo lleno de traiciones, secretos y pasiones desbordadas.
Ler maisLa mansión estaba en completo silencio, salvo por el murmullo de la lluvia golpeando contra los ventanales. Afuera, la tormenta oscurecía el cielo, cubriéndolo con nubes densas y amenazantes. La brisa helada se filtraba por las rendijas de las ventanas, trayendo consigo un presentimiento de tragedia.
Dentro del amplio estudio de su padre, Isabela sentía que el aire se volvía más pesado con cada segundo que pasaba. El aroma a cuero de los sillones y a tabaco impregnaba la habitación, aumentando su sensación de asfixia. Frente a ella, sobre el escritorio de madera oscura, descansaba un documento que cambiaría su vida para siempre.
Sus manos temblaban cuando tomó el papel. Sus ojos, grandes y azul cristalino, recorrieron cada línea escrita con tinta negra, pero su mente se negaba a aceptar las palabras. Su pecho subía y bajaba con rapidez, atrapado entre la incredulidad y el miedo.
—No... —su voz apenas fue un susurro ahogado—. No puedes estar hablando en serio.
Su padre, un hombre de porte imponente y mirada severa, se cruzó de brazos. Llevaba un traje perfectamente planchado, sin una sola arruga, como si incluso su apariencia reflejara su rigidez y control absoluto sobre todo. La expresión en su rostro era inquebrantable, inflexible.
A su lado, su madre permanecía sentada con la espalda recta, las manos entrelazadas sobre su regazo. Su rostro no reflejaba ninguna emoción, pero sus labios fruncidos en una línea tensa eran la única señal de que no estaba del todo indiferente.
—Es un acuerdo entre familias, Isabela —sentenció su padre, con la voz firme y sin rastro de emoción—. Ya está decidido. Te casarás con Gabriel Montenegro en una semana.
El nombre le heló la sangre.
Gabriel Montenegro.
Había oído hablar de él. Un hombre poderoso, de carácter despiadado. Frío. Intimidante. Posesivo. No era alguien con quien una mujer pudiese soñar con una vida tranquila. Y ahora, según ese documento, sería su esposo.
—¿Por qué él? —preguntó con la voz rota, buscando la mirada de su madre, esperando encontrar algo de compasión, algún atisbo de apoyo. Pero la mujer ni siquiera levantó los ojos. Solo se mantuvo inmóvil, como si estuviera ajena a la situación.
—Es un buen partido —respondió su padre—. Su familia y la nuestra se beneficiarán con esta unión. No tienes nada que cuestionar.
Isabela sintió su corazón latir con fuerza, como si estuviera buscando una salida de su propio pecho. Su piel se enfrió y la angustia le oprimió la garganta. Sus manos apretaron el documento, deseando romperlo en mil pedazos, gritar, suplicar.
—Pero yo no lo amo... —dijo en un hilo de voz, sintiéndose más vulnerable que nunca.
Su padre soltó un suspiro pesado, como si estuviera perdiendo la paciencia.
—El amor no tiene nada que ver con esto —declaró con frialdad—. Aprenderás a obedecer.
Obedecer. Esa palabra resonó en su mente como un eco cruel. Siempre había sido una hija obediente. Siempre había seguido las reglas, complacido a su familia, mantenido la compostura. Pero esto... esto era diferente. Se trataba de su vida, de su futuro, de su libertad.
—Papá... —intentó decir, pero su padre levantó una mano para callarla.
—No hay nada más que discutir. La boda se celebrará como está planeado.
Isabela sintió su mundo derrumbarse. Sus piernas flaquearon y tuvo que apoyarse en la orilla del escritorio para no caer. El sonido de la tormenta afuera se hizo más fuerte, como si el cielo mismo rugiera con desesperación junto a ella.
Una semana. Solo una semana antes de que su vida dejara de pertenecerle.
Su respiración se volvió errática. No podía aceptar esto. No podía resignarse.
—¡No quiero casarme con él! —gritó finalmente, dejando caer el documento al suelo.
Su padre la observó con una mirada glacial, mientras su madre cerraba los ojos por un breve instante, como si intentara bloquear el escándalo.
—No tienes elección, Isabela. A partir de ahora, tu destino está sellado.
Isabela sintió un nudo en la garganta. El estudio se volvió un calabozo, las paredes parecieron cerrarse sobre ella. Sus manos temblorosas se aferraron a su vestido, intentando contener la furia y la desesperación que la consumían.
Una semana.
Solo una semana para encontrar una salida.
O resignarse a perderlo todo.
Capítulo 90 – Un Nuevo ComienzoEl sol apenas comenzaba a asomarse por el horizonte, iluminando con suavidad los muros de la mansión, cuando Gabriel Montenegro dio una orden que cambiaría el curso de sus vidas. La noticia había llegado por fin: debía expandir sus negocios a otra ciudad, y, con ello, mudarse junto a su familia. No era una decisión fácil, pero la oportunidad de crecimiento que presentaba era algo que no podía dejar pasar.La mansión que tanto habían amado Isabela y él se llenaba de cajas y muebles dispersos mientras se alistaban para la nueva etapa. Isabela caminaba por la casa con una mezcla de emociones. La idea de mudarse a un lugar diferente no la llenaba completamente de alegría. Sabía que el cambio traería consigo nuevos desafíos, pero al mismo tiempo, sentía una extraña calma. Gabriel había estado tan enfocado en sus proyectos durante las últimas semanas que, en cierta forma, este cambio representaba un nuevo comienzo para su familia. Alejandro crecería en un lug
Capítulo 89 – Un despertar inolvidableLa luz tenue del amanecer se filtraba por las cortinas de la habitación, tiñendo de dorado la piel de Gabriel mientras dormía profundamente. Su respiración era tranquila, su pecho subía y bajaba con el ritmo pausado de alguien que, por primera vez en mucho tiempo, se sentía en paz.Isabela, aún desnuda, se encontraba a su lado, observándolo en la quietud de la mañana. Se veía tan hermoso, tan poderoso incluso en su descanso, con su mandíbula fuerte, su cabello alborotado y esa expresión de dominio incluso en sus sueños.Un calor recorrió su cuerpo al recordar la noche anterior. La forma en que Gabriel la había tomado, cómo había reclamado cada parte de ella con un deseo tan arrollador que todavía podía sentir su piel vibrar. Pero no era suficiente. Quería más. Quería verlo perder el control otra vez, hacerlo despertar con el placer de su boca, sentirlo temblar bajo su lengua.Con una sonrisa traviesa, se deslizó lentamente bajo las sábanas, bajan
Capítulo 88 – Reclamándola de nuevoLa noche en la mansión Montenegro transcurría en un silencio casi sagrado. La lluvia seguía golpeando los ventanales, su sonido hipnótico marcando el ritmo de la calma que se había instalado en la casa. Pero dentro de la habitación de Gabriel, no había calma. Solo una tensión latente, un deseo contenido demasiado tiempo.Isabela estaba frente a él, con la piel aún cálida por el abrazo que habían compartido momentos antes. La mirada de Gabriel la recorría con la intensidad de un depredador, oscura, cargada de emociones que no necesitaban palabras. Sabía lo que venía. Sabía que él la reclamaría una vez más, con la misma posesividad con la que siempre lo había hecho. Y, ella lo necesitaba con desesperación.Gabriel no esperó más. Se acercó con pasos seguros, sujetándola por la cintura y pegándola a su cuerpo en un solo movimiento. Su boca descendió con fiereza sobre la suya, besándola con hambre, con la necesidad de recordarle que era suya, que siempre
Capítulo 87 – Redescubriendo el amorLa noche en la mansión estaba tranquila. El sonido de la lluvia golpeando suavemente las ventanas y el crujir de la madera bajo el peso de la noche creaban una atmósfera que, en otro tiempo, habría sido inquietante. Pero no en ese momento. Isabela estaba en su habitación, su mirada fija en la cuna donde Alejandro dormía plácidamente. Había vivido tantas tragedias, tantos momentos de incertidumbre, que la quietud de esa noche le parecía casi irreal. El miedo de haber perdido a Gabriel, de perder a su familia, seguía rondando su mente.Después de todo lo que había sucedido, después de las traiciones y las amenazas, había llegado a pensar que quizás nunca encontrarían la paz. Pero Gabriel, aunque marcado por su pasado, había sido el ancla que la mantenía firme. Y ahora, frente a ella, la imagen de su hijo dormido, la paz que lo rodeaba, le dio fuerzas.Gabriel había estado tan distante en los últimos días, su mente atrapada en las secuelas de la venga
Capítulo 86 – La justicia de la leyEl sonido de los grilletes resonó en la fría habitación del club de Ricci, mientras Gabriel sostenía a Isabela con fuerza, como si el mundo entero pudiera desmoronarse en cualquier momento. Isabela, aún temblorosa, se aferraba a su esposo con la esperanza de que todo lo que acababa de suceder fuera solo una pesadilla. Pero no lo era. Vincenzo estaba en el suelo, inmovilizado, sus ojos llenos de furia y odio. Gabriel lo miraba con una mezcla de desprecio y alivio.-Esto no ha terminado, Gabriel. No lo olvides -dijo Vincenzo, con una sonrisa tensa, como si aún creyera que tenía algo de poder.Gabriel se agachó, se acercó a su rostro y lo miró fijamente, con la ira quemándole por dentro.-No me importa lo que digas, Vincenzo. Ya no tienes poder. Has cruzado la línea -le respondió con firmeza. -Este es el final de tu reinado.Pero fue Daniel quien dio el siguiente paso, quien, con calma, se acercó a Vincenzo. A pesar de la violencia de la situación, él
Capítulo 85 – El rescateGabriel no podía dejar de pensar en la imagen de Isabela siendo arrastrada por los hombres de Vincenzo, su cuerpo luchando en vano para liberarse. La impotencia lo devoraba por dentro, y sabía que no tenía tiempo que perder. Tenía que actuar rápido y de forma calculada si quería salvar a su esposa antes de que fuera demasiado tarde. Sin embargo, algo le decía que lo que Vincenzo tenía planeado era aún peor de lo que imaginaba.Cuando Gabriel llegó a la puerta principal de la mansión, se detuvo un momento. ¿A dónde iría primero? Sabía que el club de Ricci era el único lugar donde podría encontrarla, pero no podía ir solo. Necesitaba ayuda, alguien que pudiera entender la magnitud de la situación, alguien que compartiera su desesperación. Su mente rápidamente fue hacia una persona: Daniel.Era una decisión que no podía tomar a la ligera, pero no tenía opciones. Aunque Daniel había sido una fuente de conflicto en el pasado, también sabía que era un hombre de pala
Último capítulo