Jayden Bowen

Estoy enojado. Joder, no, estoy despúes de lo que viene de estar enojado y ni siquiera tengo derecho real a estarlo y mientras intento tragar el desayuno no puedo evitar mirar de reojo a la sexy pelirroja enfrente mio hacerme la ley del hielo.

No he podido ser más imbécil, pero es que mi rabia a pesar de saber que he sido hostil, no baja. En especial al ver que a ella ni siquiera le importó saber más allá de lo que yo le acabo de decir. No preguntó, no cuestionó. No le importó.

Ayer, cuando nuestra salida, la cuál fue de maravilla, estaba llegando al punto final, no tuve ningún problema con hablarle claro a Margot.

Me gusta, me excita, me calienta y creo que a estás alturas eso no es un secreto para ninguno. Así como tampoco lo es que ambos estamos esperando algo del otro, por eso luego de haberle dado vueltas toda la tarde, había llegado a la conclusión de que, si ya íbamos a estar fingiendo ser novios, ¿qué problema podía haber en dejarnos llevar por la atracción? al