03 de febrero 2020Se que ningun trabajo es deshonra, pero juro que no puedo esperar el día en que no tenga que ponerme este estúpido uniforme y servir mesas. Tengo el olor a grasa adherido a la nariz mientras llevo mi décima orden de hamburguesa doble con tocino del día. La gente que viene a este lugar es lo suficientemente joven o inconsciente para llenarse las arterias de grasa sin importarles morir de un infarto en el proceso. Antes de trabajar aquí yo amaba las hamburguesas, ahora solo verlas hace que quiera salir corriendo.Mi jefe me hace una seña para indicarme que me acerque. Dejo la orden frente al hombre inconsciente por su salud y me encamino al mostrador. Esta parte del día es la única que suele ser entretenida. Y eso es gracias a que Steven, mi jefe, es una cosa buena para ver. Y más que para ver, se ha vuelto en una cosa buena para probar. Podría considerarse que tiene el aspecto del típico inglés. Rubio, alto, piel de porcelana y ojos avellana, pero cuenta con el
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