Jayden Bowen
La noche pasada, aunque empezó siendo inigualable gracias a Margot y el mejor sexo de mi vida, terminó en una completa montaña rusa emocional que sinceramente me dejó vuelto mierda. Dormir fue casi una misión imposible y estoy bastante seguro de que si lo conseguí fue solamente gracias a la pelirroja que se acurrucó junto a mi. Ella no me dijo nada, no pidió permiso, ni tampoco tuvo segundas intenciones más allá de sostenerme y eso, ese mínimo e íntimo gesto fue suficiente.
Ahora, son las ocho de la mañana y mientras que la sexy escritora en la cama sigue dormida, yo ya estoy bañado y arreglado, debatiendo entre si debo o no ir a en busca de Malcom. A pesar de que conseguí dormir, mi hermano no abandonó mi cabeza ni un instante, no puedo evitar pensar en que ambos hemos sido engañados y utilizados de la manera más baja posible. Y aunque esta vez estoy decidido a no irme sin que él me escuche de verdad, debo aceptar que me asusta un poco su reacción y en especial, me asust