Jayden Bowen

Estaba enojado, muy enojado. Y aunque una parte de mi sabía que estaba exagerando, no podía quitarme de encima el malestar y el enfado que las palabras de Margot me habían dejado, es que ni yo mismo sabía de dónde venía del todo, porque si bien la amenaza no me había gustado, en el fondo se que no era esa la única razón de mi molestia y que ella lo había dicho en un momento de rabia.

Después de mis palabras Margot no había hecho ningún otro comentario, parecía estar debatiendo entre cambiarse de asiento o no, pero sabía que si queríamos llevar la farsa como es debido no podía hacerlo. Sin embargo, cuando ya faltaba muy poco para llegar a nuestro destino, se desabrochó el cinturón y se colocó de pie para salir de nuestros asientos, yo, por inercia, tomé su mano para impedir que se fuera.

—¿A dónde vas? Ya estamos a punto de llegar, no es bueno que te levantes ahora.

Al escucharme, Margot por fin me da la cara y lo que veo en su rostro no me gusta. No me gusta para nada. N