A toda prisa salió de aquel lugar con su mujer en sus lomos, y al llegar sus lobos se le acercaron, sintiendo el aura que cargaba. Se postró para que jade bajara
—¡Alfa!—
—Atacaron a jade, eso no lo soy a permitir—
—¿Se encuentra bien?—preguntan preocupados y arlo sale de la mansión, furioso, había escuchado lo que sucedió y le reclama
—Me parece que es tu culpa, que la hayan atacado—. Alastor lo mira como si lo fuera a asesinar, y la tensión empezó. Jade se interpone entre ambos
—Por favor, ahora no es el momento—
—Apártate, jade, no lo defiendas—
—Es la verdad, sabes que nos están buscando y te apetece dar un paseo llevándola directo al peligro. ¿Ya viste las armas que usan? Es contra nosotros, ¿crees que ella va a resistir igual que tú, si la atravesara una flecha?—
—Arlo, cállate, no me estás ayudando—
—No me callaré ante tan poca conciencia —
—¡Voy a matarte!—
Ambos se empezaron a pegar y, por más que Alastor golpeaba a arlo, no se saciaba, pero los demás lobos lograron detenerlo