Solo faltaba una herida y jade, movía la cabeza de un lado a otro y una tos la atacó. Cuando por fin pudo terminar de cerrar las heridas, soltó su mano y ella empezó a suspirar, por lo tanto, que había llorado, tenía la mirada lejos, perdida y ojos muy rojos. Había sido una ardua batalla de casi una hora. Subió sobre ella, quitando el cabello de su rostro mojado y pasando la mano por sus ojos y le dio un beso en la mejilla, muy preocupado por su mujer.
—Perdóname, no podía dejarte así por mi estupidez. No te enfades conmigo— no le quiso hablar y solo volteó su rostro ignorándolo. Él se levantó y la ayudó a ponerse de pies y a llegar a la bañera y ahí se sumergió tranquilamente sin la ropa, mojando su cabello. Alastor cambió las sábanas de la cama con una sola mano y luego le pidió que salga, pero ella lo ignoró y le dio la espalda.
Buscó una banqueta y se sentó a su lado acariciando su cabeza. Ella estaba tan molesta, le dolió mucho aquello, no le importó, no se detuvo.
—Jade, sal d