Capítulo 80: Era su nieta.

Por primera vez en mucho tiempo, Nicolás Cancino sintió miedo.

No miedo a la verdad, sino a lo que esa verdad pudiera significar.

¿Y si la niña era sangre de su sangre?

¿Y si su familia, su apellido, su legado, estaban manchados por un secreto que había viajado escondido en el coche de un hombre muerto?

Cerró los ojos, apoyando la cabeza en el respaldo del asiento.

—Dios mío —susurró con voz cansada—. ¿En qué momento empezamos a pudrirnos por dentro?

Encendió el motor y volvió a la carretera.

El sol comenzaba a salir sobre el horizonte, pero para Nicolás, el día recién empezaba a oscurecerse.

Nicolás esperaba con impaciencia los resultados de la prueba de ADN. Había pasado días con el alma en vilo, sintiendo que algo dentro de él se removía cada vez que miraba a la pequeña Lucía.

Cuando por fin tuvo el sobre en sus manos, lo abrió con manos temblorosas.

Y entonces... el mundo pareció detenerse.

Lucía compartía con él un 25% de ADN. Era su nieta.

El papel le cayó de las manos. No
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