Capítulo 58: A veces hay que Perderse para Encontrarse.
Con el paso de los días, Nicolás empezó a hablar. Al principio, solo frases cortas. Luego, confesiones que parecían escaparse sin intención.
—Mi familia ya no está conmigo —le contó una tarde, mientras miraba por la ventana,
—A veces hay que perderse para encontrarse —respondió Lía con calma.
Él la miró, sorprendido. Nadie le hablaba así. Nadie se atrevía a hacerlo.
—¿Y tú? —preguntó con curiosidad—. ¿Cómo llegaste aquí?
Lía sonrió con tristeza.
—Digamos que también lo perdí todo alguna vez. Pero tengo algo que usted no tenía: una segunda oportunidad.
Nicolás guardó silencio. Por primera vez en años, no sintió la necesidad de aparentar nada. Frente a ella no había orgullo, ni títulos, ni dinero. Solo dos almas heridas que, sin saber cómo, se estaban acompañando en su propia forma de sanar.
A veces la observaba mientras hablaba, y se sorprendía del cambio. Aquella muchacha que un día trabajó limpiando los pisos de su firma ahora tenía una fortaleza que él jamás imaginó. Una luz que l