El silencio fue brutal.
La pregunta de Luca flotó en el aire como una hoja suspendida en medio de una tormenta:
Melissa se quedó completamente inmóvil. Sentía la mirada fija de los dos, pero su garganta se apretó. El niño la miraba con ojos brillantes, aún húmedos por las lágrimas de emoción, y Bruno… Bruno no decía nada. Solo la miraba. Con una mezcla de expectativa y algo más oscuro, algo que le recordaba lo mucho que él necesitaba.
Y ella… ella no estaba segura de tenerlas para dar.
No respondió.
Ni Bruno insistió.
Ni Luca volvió a preguntar.
La escena se congeló, como si todos supieran que, si alguien decía algo más, todo podía construirse o romperse.
Y entonces Bruno le dijo a Luca que quería mostrarle algunas cosas nuevas para él y Melissa les pidió un momento.
Ella se quedó pegada a una pared tratando de acompasar su respiración y cerró los ojos. Esta situación no tenía retorno y en el momento entendió que, de cualquier manera, nada resultaría perfecto.
***
Días después, la ofi