Los últimos días en Lisboa fueron una mezcla entre despedidas silenciosas y emociones contenidas.Melissa no pudo encontrarse con Javier, pero según la llamada que se habían hecho, él estaría en Italia en unos meses para un trabajo personal de Víctor, así que descansó con esa idea.Ella llamó aparte a sus compañeras para tener una comida de chicas, y solo les mencionó que estaría muy ocupada, aunque todas ellas estaban intrigadas con su proceder y un posible viaje de la que Melissa no indagó mucho.En cuanto a Bruno, todos los papeles legales de Luca estaban listos, además, Bruno se había encargado de hablar con Luca acerca de esta visita que harían a Italia, y Luca parecía no estar nervioso. Y lo envidiaba.Ella tenía un par de nudos en su estómago imposible de desatar, porque si era sincera con ella misma, estaba aterrada por estar en el entorno familiar de Luca.Sin embargo, él que tenía todo bajo control, como siempre. Pero a ella le temblaban las manos.También estaba viendo sus
Un automóvil los esperaba justo al bajar de las escalerillas del jet. Melissa tenía la mano de Luca apretada mientras Bruno iba adelante, con sus gafas oscuras, impecables, y con esa expresión que ella ya empezaba a identificar: control total, pero tensión contenida.Él habló con unos hombres. Sus maletas estaban siendo pasadas a otro auto, y ella se metió con Luca cuando él ofreció una sonrisa. Él parecía un poco adormitado.—¿Estás emocionado?Él asintió con una sonrisa.—Sí, voy a conocer a toda mi familia.Melissa parpadeó al ver que él se lo estaba tomando todo de lleno, y acarició su rostro.—Claro que sí. Todos van a amarte.—¿De verdad? —Melissa asintió.—Por supuesto, eres el hijo de Bruno Machiatti…Luca sonrió más y en sus ojos se le notó la emoción que esto le generaba.La ruta hacia la villa Machiatti fue un largo trayecto por caminos serpenteantes entre viñedos y montañas. Bruno miró por la ventanilla en silencio la mayor parte del trayecto y solo cuando estaban cerca, t
Bruno descendió las escaleras con paso firme, pero por dentro todo su cuerpo ardía con una mezcla de ansiedad y resolución. Frente a Lorenzo Machiatti, su abuelo, no solo se sentía como el niño que fue, sino también como el hombre que necesitaba confrontarlo.El anciano estaba sentado ahora en uno de los salones, con una copa de vino en la mano y la mirada fija en el fuego de la chimenea. Bruno entró sin ser anunciado porque no necesitaba presentación.Bruno cerró la puerta con suavidad, aunque sus manos estaban tensas. El eco de sus pasos resonó por el piso de mármol, como si cada uno lo llevara no hacia una conversación, sino hacia una confrontación inevitable con su pasado, con su sangre… con su abuelo.—¿Entonces? —preguntó sin volverse, mientras vertía el licor en su copa—. ¿Piensas explicarme todo lo que acabas de soltar como si fuera una simple anécdota? ¿O estás jugando conmigo? ¿Es el hijo de esa chica? ¿De eso se trata?—Melissa… ella se llama Melissa.Lorenzo lo miró de for
Bruno bajó con Luca de la mano, mientras Melissa se quedó para darse un baño, además porque sabía que ellos necesitaban el tiempo con el abuelo a solas.Luca caminaba con paso lento, curioso, mirando los techos altos, los cuadros antiguos, y los jarrones que parecían más caros que cualquier cosa que hubiera visto en su vida.—¿Ese señor es el abuelo de verdad? —preguntó en voz baja hacia Bruno como si fuese un secreto.—Sí. Es tu bisabuelo, en realidad, pero todos le dicen abuelo, yo le digo nonno… es como se dice en italiano.Luca no dijo nada más, solo lo miró como si tratara de entender por qué era importante, y por qué su papá estaba tan serio desde que salieron en el avión.Esta vez no se dirigieron al salón, sino al gran jardín de la casa, y cuando Lorenzo notó su llegada, su mirada se suavizó como pocas veces, dejó el bastón a un lado y se acercó unos pasos.Se inclinó un poco hacia delante, con los ojos entrecerrados y lo inspeccionó. Era notable que no se parecía a Bruno, aun
Bruno cerró la puerta del salón detrás de ellos, dejando a Luca con Lorenzo, y guio a su madre hacia dentro de la casa.Ángela caminaba como si su cuerpo flotara, apenas tocando el suelo, con la mirada perdida en el vacío y una rapidez que a ella misma la impresionó.—¿Puedes explicarme qué es todo esto, Bruno? —preguntó al fin, con la voz tensa y casi cortante cuando se detuvo.—Tranquilizate primero —Bruno alzó la palma—. Siéntate…Ella le hizo caso, pero negó todas las veces.—Es imposible que reciba esta noticia sin más. ¿Qué es lo que realmente está pasando, Bruno? —Bruno se sentó frente a ella y tomó sus manos para besarlas, pero ella continuó—. Además, ¿cuánto tienes sin venir? Ocultándote de nosotros como si…—Mamá, respira —sus ojos se nublaron mucho haciendo un puchero.—¿Respirar? Hijo…—Es mi hijo, mamá —dijo simplemente, mirándola de frente—. Luca es mi hijo.Ángela negó con la cabeza varias veces, incrédula, llevándose una mano al pecho.—Pero… ¿Cómo? ¿Por qué nadie lo s
Melissa vio cómo Luca se quedó profundamente dormido y tomó su celular cuando una llamada de Daniela vibró en la pantalla, sin embargo, este no era el momento para hablar.Cerró la puerta de la habitación de Luca, y luego caminó hacia el ventanal desde el que se veía el jardín. Era una gran vista, y una bella casa. Pero estaba tan ensimismada en sus pensamientos que no notó que Bruno había llegado a la habitación. —¿Estás bien? —preguntó con suavidad, acercándose por detrás y posando una mano en la cintura de ella.Melissa saltó un poco, pero dejó que sus manos la envolvieran.—Sí… sí, solo estoy digiriendo todo —respondió ella con una media sonrisa—. Es una historia fuerte, Bruno. Él… él es tan pequeño, y todo esto es tan grande.Ella se giró y Bruno respiró hondo, rodeándola con ambos brazos.—Lo sé —murmuró en su oído.—¿Sabes la magnitud y el peso que llevará Luca? Tu abuelo ya lo tilda como el heredero, y es tan… Dios, me da miedo por él.—¿Crees que sería mejor si se supiera to
El sol apenas comenzaba a elevarse cuando Melissa abrió los ojos. Aún estaba enredada entre los brazos de Bruno, y por un instante, se permitió disfrutar del calor de su cuerpo, de la respiración acompasada de él, pero no duró mucho.Recordó lo que sucedería esa noche, y el peso de la verdad volvió a caerle encima como una losa.Se levantó con cuidado, sin despertarlo, y caminó hacia el espacioso baño para lavarse los dientes y mirarse al espejo.La mansión se estaba preparando algo grande y decidió de último momento darse un baño con agua tibia que le relajara los músculos. Después de al menos media hora, estaba fuera y escuchó las risas. Luca estaba en la cama de Bruno, pidiendo que quería ir a jugar a afuera, mientras Bruno se quejaba sin querer abrir los ojos.—¡Buenos días! —Luca fue el primero en girarse con su saludo—. ¿Quieres ir afuera a jugar?—¡Siiii!Luca se bajó rápidamente como un rayo, y Melissa se rio cuando Bruno unió sus manos como si le agradeciera con la vida que
El aroma a pan recién horneado y café llenaba la cocina cuando Luca, riéndose a carcajadas, irrumpió en la estancia corriendo detrás de Aurora, quien fingía no poder atraparlo.—¡Soy más rápido que tú! —gritaba el pequeño mientras esquivaba sillas y se lanzaba al suelo entre risas.Melissa, sentada junto a Andrea, se reía también, contagiada por la energía. La mayor de las hermanas de Bruno era encantadora: tenía una risa abierta, gestos firmes pero cálidos, y una manera franca de hablar que empezaba a tranquilizarla.—Tienes que conocer a Giovanni… —Andrea atrajo su atención de nuevo y ella la miró.—Es… el otro hermano de Bruno —Melissa contestó con confianza para hacerla sentir que conocía a su familia a través de Bruno, pero cuando Andrea asintió, escucharon gritar a Aurora.—Es el relegado…Bruno sonrió cuando Aurora lo dijo, mientras Andrea negó con otra sonrisa.—Le decimos así porque siempre se hace la víctima de que el favorito de todos es Bruno, pero no es así, mamá nos quie