Capítulo 50. Mi ejemplo de fortaleza

Una hermosa sonrisa y las suaves caricias que sentía en mi rostro hizo que abriera mis ojos, delante de mí se encontraba mi pequeño que me miraba tiernamente.

– Buenos dias mami, tia y yo te trajimos el desayuno – me decía señalando la mesita al lado de mi cama.

– Buenos dias cariño.

Lo abracé tirándolo encima de mí y haciéndole cosquillas en el acto, su risa era la melodía perfecta para mis oídos y la cura para mi alma.

– Gracias mi precioso cachorro – mientras restregaba la punta de mi nariz con la de él.

– Y a mi no se me dan las gracias – escuche que decía Cristal desde la puerta de l

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