Una hermosa sonrisa y las suaves caricias que sentía en mi rostro hizo que abriera mis ojos, delante de mí se encontraba mi pequeño que me miraba tiernamente.
– Buenos dias mami, tia y yo te trajimos el desayuno – me decía señalando la mesita al lado de mi cama.
– Buenos dias cariño.
Lo abracé tirándolo encima de mí y haciéndole cosquillas en el acto, su risa era la melodía perfecta para mis oídos y la cura para mi alma.
– Gracias mi precioso cachorro – mientras restregaba la punta de mi nariz con la de él.
– Y a mi no se me dan las gracias – escuche que decía Cristal desde la puerta de l