Capítulo 42
Por otro lado, Luna llegó primero a la oficina de Leandro en la azotea, donde Yael le abrió la puerta y ella entró y se quedó esperando en su oficina. Él había dicho que debía presentarse a tiempo ese día. Desde su oficina, se podía apreciar una impresionante vista de la ciudad.

La temperatura del aire acondicionado estaba muy baja. De pie, sintió el frío y, instintivamente, abrazó sus brazos. No esperó mucho antes de sentir un aumento del frío en su espalda, acompañado del sonido de la puerta. Sabía que Leandro había llegado. No esperaba que subiera tan rápido; pensaba que pasaría más tiempo abajo con su amante.

Leandro cruzó la oficina y cerró la puerta con fuerza, indicando su ira.

Luna no sabía qué había hecho para ofenderlo de nuevo y, por instinto, retrocedió un paso. Su actitud distante y fría aún más encendió la ira de Leandro. Él extendió su mano y la tiró hacia él con fuerza. Luna, debido a la inercia, chocó contra su pecho duro, y hasta le dolió la frente.

—Luna! ¡Qué habili
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