—¿Tienes un teléfono? Llama a tu papá. Yo me quedo aquí contigo, y cuando llegue, me iré —Luna preguntó suavemente.
—Ya lo intenté, pero no contesta. Tal vez está en una videoconferencia y no me escucha. Hmm, tengo mucha hambre. Quiero que papá me lleve a comer —Sía miró a Luna con un destello en sus ojos.
Al terminar de hablar, Sía dejó caer intencionalmente la cabeza, sosteniendo su pancita con ambas manos y haciendo una expresión de desamparo. Esa actitud rompió el corazón de Luna.
—¿Sía, te gustaría que yo te llevara a comer? —preguntó, casi sin pensarlo.
—¡Sí! Quiero comer comida japonesa en el restaurante de enfrente. Papá prometió que me llevaría a comer hoy al mediodía —dijo Sía con entusiasmo, asintiendo emocionada.
—Voy a llevarte —respondió Luna de inmediato.
Antes de salir, Luna registró a Sía con el personal. No dejó su número de teléfono, solo indicó que, si alguien preguntaba por Sía, debían ir al restaurante de enfrente.
Luego, Luna llevó a Sía al centro de convenciones