Luna salió del recinto de la competencia y se acercó a un miembro del personal para preguntar cómo llegar a la zona de atrás. Después de recibir las indicaciones, cruzó un estrecho pasillo temporal y llegó a la zona de descanso. Allí, los pequeños concursantes se cambiaban y descansaban entre las presentaciones.
Aceleró el paso, ansiosa por ver a Sía de cerca. Sin embargo, también le preocupaba que Sía ya hubiera ido.
No tenía información sobre el hotel donde se hospedaba ni sabía cuánto tiempo planeaban quedarse en Luzmar. La ceremonia de premiación era al día siguiente, pero como Sía había renunciado, no podía estar segura de si regresaría a Cantolira antes de tiempo.
No le importaba si Sía había ganado o no; eso no era lo que realmente contaba. En ese momento, lo único que deseaba era ver a la hija que había anhelado durante tanto tiempo.
Al llegar a la zona de descanso, Luna divisó a Sía a lo lejos, ya vestida con otra ropa y sosteniendo un pequeño bolso lleno de lo que parecía ser