Margarita vaciló por un momento, pero finalmente aceptó. Después de todo, Luna había sido su primera empleadora y parecía demasiado desgraciada.
La niña había desaparecido sin dejar rastro; probablemente ya no estaba. Y ahora, con su libertad restringida, era como estar encarcelada. Ella había pensado que entre Luna y Leandro había algo de sentimientos, pero ahora Leandro se iba a casar con otra persona. ¿Qué era esto? Incluso un extraño tendría lástima de la situación de Luna.
—Hay guardaespaldas arriba y abajo, ¿dónde vas a hacer la llamada? —Margarita miró a su alrededor.
—¿No vas a limpiar? —Luna echó un vistazo hacia arriba.
Margarita asintió.
—Primero, voy a bajar a beber un poco de agua y comer algo. Luego volveré a la habitación y te llamaré para que limpies la bañera. Entonces entrarás y me darás el teléfono. Haré una llamada; solo necesito diez minutos —Luna pensó y ordenó.
—De acuerdo —Margarita aceptó.
Su teléfono móvil privado haría la llamada, y si ella no decía nada y Lu