Clara acababa de terminar de aplicar la medicina para Alejandro cuando ingresó Adrían.
—Señor Hernández, ¿cómo se siente?
—Muy bien. Gracias a Clara—Diciendo esto, Alejandro miró suavemente a Clara.
Clara se movía de un lado a otro.
Este hombre, en el pasado, era tan frío como un monje viejo y puro. Ahora, es todo coquetería, y cuando veía la más mínima oportunidad, siempre intentaba coquetear con ella.
Era realmente como molestar a los viejos, a los jóvenes, y a una hermosa doncella como ella en el medio.
—Señora Pérez, muchas gracias.
Adrían estaba a punto de inclinarse hacía Clara y darle las gracias, Clara se adelantó rápidamente, y lo ayudó a levantarse con ambas manos.
—Adrían, no seas tan formal, esto es lo que debería hacer.
—Señora Pérez, usted trata a Alejandro ...... sigue siendo tan amable— Adrían no era una persona entrometida, y en este momento, no pudo evitar hacerle un comentario.
—No me malinterpretes, siento devoción por el señor Hernández porque es alguien importante