Además, pasó varios días recorriendo mercados de materiales y de muebles. Al caminar por los pasillos, descubrió que muchas cosas no eran tan caras como imaginaba.
Lo mismo aplicaba para la decoración; si no buscaba piezas de diseñadores famosos o ediciones limitadas, las opciones eran enormes.
En solo unos días, la señorita Cifuentes, acostumbrada al lujo desmedido, había creado una larga hoja de cálculo en Excel para el presupuesto de veinte mil dólares, calculando cada centavo.
Les había repetido a los miembros de su equipo que no compraran ningún adorno que no fuera práctico o que no encajara con el diseño propuesto.
Pero a Elena pareció no importarle el trabajo en equipo, y de repente apareció con una alfombra de 650 dólares.
Ante el cuestionamiento de Miranda, que estaba a punto de explotar, respondió con una inocencia fingida y un aire de superioridad.
—Es una alfombra, ¿no te parece hermosa? Es de un diseñador muy famoso, una edición limitada de este año. De hecho, era la últi