Sonriéndole a una estrellita de tres pesos de la que nunca había oído hablar.
“¿Así de tierno y atento era con otras mujeres? ¿Acaso en la cama les diría que su esposa era solo un florero aburrido?”
Sentía que la cabeza le iba a estallar.
El impacto de ver las imágenes era completamente diferente al de solo oír la noticia.
Después había un video de ellos pasando ocho horas juntos en el departamento de Brenda. No tuvo el valor de abrirlo. La mano con la que sostenía el celular le temblaba tanto que no sabía cómo había logrado controlarse para no estrellarlo contra la pared.
De repente, recordó su boda. Siguiendo las exigencias de ambas familias, habían tenido una ceremonia que a ella no le había gustado nada.
“En ese momento pensé que, si de todas formas no me gustaba el novio, ¿qué más daba el tipo de boda? Aguantaría y ya”, se dijo.
En aquel entonces se sentía bastante despreocupada y segura de sí misma. Incluso, antes de casarse, había establecido tres reglas básicas con Guillermo s