—No sabía que tu esposo fuera tan bueno para mensajear.
Miranda: ...
Pensó un momento. Si le hacía caso a Estela y le avisaba a Guillermo que aún no llegaba a casa, conociendo la forma de pensar de él, seguro creería que un aviso tan repentino era una señal de que la habían secuestrado.
Entonces, ¿qué podía decirle antes de ir al grano?
Recordó la sopa que Guillermo le había preparado y se le ocurrió una idea.
Miranda: 【¿Qué cenaste, pescadito?】
Después de enviarlo, releyó su mensaje con satisfacción. Perfecto. Una conversación normal que no la haría parecer extrañamente efusiva. Además, el tono cariñoso le daría a Estela la falsa impresión de que “su matrimonio iba de maravilla”.
Unos tres minutos después, Guillermo de verdad le contestó.
Guillermo: 【No cené pescado.】
—¡Ay, qué lindo tu esposo! —exclamó Estela con ojos soñadores al ver el mensaje—. Quién diría que es así en privado, no se le nota nada, ¿verdad?
—Dice que no cenó, seguro quiere que lo consueles. ¡Contéstale rápido! —l