En realidad, su intención original era llevarla a un hospital. Pero después de unos minutos de estar sentada tranquilamente en el carro, ella de repente se le trepó encima, sentándose a horcajadas sobre él. Le acarició la cara y empezó a insultarlo.
Lo llamó malinchista, le recriminó su mal gusto por salir con una tipa como Sofía y luego, entre balbuceos, le reclamó por haber terminado con ella, diciendo que un par de desechos no reciclables como ellos deberían haberse quedado juntos para no contaminar a nadie más.
Él había bebido mucho esa noche y, para poder irse con aquella mujer malagradecida, sus amigos lo habían retado a tomarse un vaso de whisky sin hielo. Ya no estaba del todo sobrio.
En ese momento, no se detuvo a pensar por qué ella guardaba tanto rencor como para recibirlo, después de tantos años, con una sarta de insult