Sebastián Myers es un empresario de los medios de comunicación. Britania Rossi, es una joven estudiante de arte, con un compromiso matrimonial ya establecido por su padrastro. En un día soleado, espléndido y una noche mágica e inolvidable, sus cuerpos se encontraron. Ella no buscaba una relación, él tampoco anda en busca de una relación estable. Ella quiso conocerlo íntimamente, él también quiso tener una relación apasionada con ella. Esa noche fue inolvidable para ambos. Lo único malo es que no se volvieron a ver, hasta cierto día y con una noticia inesperada…. ¿Fue así? ¿Todo resulto tan fácil? ¿Sin complicaciones? ¿Cierto?
Leer másPrologo
Britania Rossi, a su llegada a París, lo primero que hizo fue visitar los museos de arte, especialmente el antiguo palacio donde estaba el Louvre. Un año después de su llegada a esta ciudad, confiaba firmemente en que este era sin duda alguna el mejor lugar para pensar en su futuro tan incierto.La sala estaba repleta de personas, que iban de un lado para otro para contemplar las pinturas que llenaban las paredes. Cualquier persona que la observara pensaría que esa pintura que fijamente observaba llamó fuertemente su atención.No obstante, en este justo momento, ella no estaba viendo nada, absolutamente nada. Realmente ella solo reflexionaba sobre lo que su padrastro le había ordenado hacer dos días antes, según él, ya había transcurrido un tiempo suficiente, y ella debía regresar con urgencia y dejar de perder el tiempo. Ese hombre miserable y arrogante le tenía preparado un matrimonio de conveniencia que beneficiaria a las dos partes involucradas.En otras palabras, ella dejaría de ser su problema, para convertirse en la dificultad de su marido.En palabras textuales de ese hombre, Antón Lewis, un matrimonio de conveniencia era lo único para lo que ella servía, y debía agradecerle que le había buscado un buen marido, lo mejor de la aristocracia, lo cual serviría para la tranquilidad de su madre, quien vivía preocupada por ella todos los días.Se preguntó así misma llena de rabia ¿Quién lo autorizo a él para decidir con quién se casaba ella o si se casaba? La impotencia la condujo a este lugar. Era, de entre todos los lugares de la capital de París, un sitio para la reflexión. Hoy debía decidir entre acatar su ultimátum, o romper definitivamente con su sumisa madre y su nueva familia, e independizarse y vivir a su manera, en otras palabras, probablemente no volvería a ver a su mamá.Era muy fácil perderse en esta ciudad, pero sin el apoyo económico de su padrastro, no sabía cómo le podría ir, aunque quizás pudiera intentarlo. Antes ni en sueños pensó jamás en estar aquí, su estilo de vida, previo al matrimonio de su querida madre con el déspota de su padrastro, era totalmente diferente.Antón Lewis era un magnate petrolero de aproximadamente 60 años. Su mamá fue una de sus secretarias por muchos años, supuestamente él tenía tiempo enamorado de ella sin decírselo, y sin tener ninguna intimidad, uno de sus problemas en el pasado fue que ella ya estaba casada y sabía que Victoria Rossi, su mamá era muy moralista.No obstante, en la actualidad había una dificultad adicional en esa relación… ella misma, su hija. Su padrastro tenía ya dos hijas adultas, cizañeras y exitosas, y a ella no la soportaba, la consideraba una perdedora sin ningún oficio, como su difunto padre, y cuando su madre quedo nuevamente embarazada, él de inmediato le propuso enviarla a donde ella quisiera, pero lejos de su madre y donde no les estorbara, era una especie de molestia para su felicidad conyugal.Entendiendo que ese hombre no la quería cerca, ya que al parecer preocupaba mucho a su querida esposa, ella aceptó y decidió conocer y estudiar en París.Ante el desprecio evidente de Antón, y a pesar de su miedo de viajar y vivir sola, ella puso solo una condición para irse, quería estudiar arte, lo cual le causo mayor repulsión a su padrastro, quien vio tal cosa como una pérdida miserable de tiempo.
Sintió pesar de que su dolor tan grande que represento para ella que su mamá aceptara tranquilamente sin discusión esta idea, y más bien la motivo a alejarse, esto le dio a entender que al parecer ella también era una espina en el zapato de su madre.No obstante, ella de ninguna manera quería convertirse en un obstáculo para su felicidad, su madre había sufrido suficiente en su matrimonio con su papá, un jugador empedernido, que las dejo sin nada, casi que en la calle, sin casa y sin recursos, a los cuales poder aferrarse económicamente. Por esa razón, Britania estaba convencida de que la decisión de casarse con el magnate petrolero había sido también por ella misma, por Britania y su futuro económico.A pesar de su miedo, por su futuro, y el pensar en vivir sola en otro país, en cuanto subió al avión y había llegado a París, se sintió libre y esperanzada. Solo deseaba que el valor no la abandonara más adelante.Hoy otra vez, estaba allí de nuevo frente a la pintura, como a su llegada hace un año, ensimismada en sus propios pensamientos, no como al principio llena de ilusión, esta vez preocupada y triste.En eso un hombre muy alto, con rasgos asiáticos, capto de inmediato su atención, observaba un cuadro como si se estuviera respondiendo a sus propias dudas, preguntándose algo que rondaba por su mente. De inmediato él sintió que alguien lo observaba y se dio la vuelta. Al observar que ella rápidamente volvió a poner su vista en el cuadro, él sonrió y se le acercó.— ¿Puedes entender esa pintura? —le pregunto mirándola directamente y señalando la pintura que ella había estado observandoElla dio media vuelta, observó al hombre sintiendo una ligera excitación, tenía el cabello muy negro y su piel blanca, debía tener alrededor de 30 a 35 años—En realidad las pinturas le hablan a cada uno de manera diferente, quizás nunca la interpretemos desde el punto de vista del autor—le dijo con aires de sabiduría y ganas de impresionarlo, sin saber nada de lo que estaba diciendo en realidad—Muy buena respuesta, mucho gusto, mi nombre es Sebastián Myers —estiro la mano a modo de saludo y ella correspondió, comenzando a divagar sin parar— Soy Britania Rossi y estudio Arte, desgraciadamente no creo que mis obras lleguen aquí nunca, en la actualidad no he desarrollado una técnica propia, aunque estoy tratando de hacerlo… Pero espero tenga suficiente tiempo—recordó la llamada de su padrastro hablándole de su próximo enlace matrimonial ¿Quién le diría que tenía derecho a decidir con quién se casaba?—por un momento se quedó pensativa—A mi modo de ver tienes suficiente tiempo, eres muy joven, en verdad–ella observó inquieta la hora en su teléfono móvil, ante la sonrisa divertida de Sebastián—. Cielos, debo ir a almorzar, ya es tarde ¡Hasta luego!—le dijo apresurada, aturdida ante su maravillosa sonrisaLa inspiración vino de pronto en ayuda de Sebastián Myers— ¿Sería muy osado si te invitara a almorzar? —le pregunto dudando un poco, ya que no acostumbraba abordar a una desconocida en un sitio como este, donde había venido a descansar la mente.Puesto que pronto debería tomar una decisión, Britania pensó que estaba bueno de tanta prudencia y recato, y decidió aventurarse, este hombre no se veía nada mal, su constitución era bastante atractiva, y no se veía como un mal tipo.—Siempre y cuando sea en un sitio público, no me lo tome a mal, pero desconfió de los hombres guapos— ¿Solo de los hombres guapos?—En realidad de cualquier hombre—decidió corregirse a sí misma, avergonzada en su yo interno por esta atracción sexual vertiginosa que sentía por este desconocido—Bueno, aquí cerca hay un sitio, podemos ir y déjame decirte que no me siento guapo—le sonrió, y esa sonrisa le pareció hipnótica, él era tan perfecto, tan compuesto, casi que… Irreal y humilde—Bueno, está bien, siempre y cuando sea aquí cerca—se sentía atraída por él físicamente, pero tampoco podía ser tan imprudenteSebastián la observo, no llevaba anillo de compromiso o de casada, era ágil aunque no se veía elegante, su cabello rubio y muy largo lo llevaba suelto y alborotado, más bien se veía muy bohemia con sus pantalones anchos y su suéter ancho también, incluso con zapatos deportivos y una pequeña cartera, pero a Sebastián le resulto toda una revelación, con su espontaneidad y naturalidad, así que la siguió.Britania sintió algo muy extraño, por lo general, era bastante tímida, pero en aquel momento no se sentía ni cohibida ni preocupada, sabía que estaba haciendo lo correcto.De pronto, pensó que estaba de mejor humor, en realidad durante ese año se sintió muy sola, así se sentía desde que su papá murió y sus vidas cambiaron para siempre, el museo era su lugar de esparcimiento y su sitio preferido para tomar una decisión, una de ellas la llevaría a no ver nunca a su madre, su única familia en este mundo. Además, temía verdaderamente que a ese déspota se le pasara el amor por Victoria en el futuro. y quién sabe lo que podía hacer su padrastro con ella.Su mamá no tenía un carácter fuerte, más bien era de las personas que seguía órdenes, aún no entendía que le gusto de ese miserable y como llegaron a congeniar, siendo ella tan bondadosa y el tan arrogante.Sintiendo que sus ojos se llenaban de lágrimas, compadeciéndose a sí misma, parpadeo para alejarlas.Sebastián, por su parte, tenía una maravillosa sensación interna, le cedió el paso y la siguió, ambos salieron juntos del museo.Capítulo 41 ¿Qué hace este hombre aquí?Una sombra de rechazo, apenas perceptible, cruzó el rostro de Sebastián. Esta expresión no pasó desapercibida para Julieta, ya que estaba pendiente hasta de los más mínimos gestos de Sebastián. Ella de inmediato se sintió despreciada, aunque trato de no demostrarlo. La ansiedad se apoderó de ella.—Julieta, no puedes malinterpretarme —dijo Sebastián con voz seria, tratando de calmarla—, si he venido aquí es por solidaridad contigo, no quiero que te hagas falsas ideas.La expresión de Julieta se ensombreció aún más, reflejando una tristeza profunda. Sebastián se sintió incómodo ante su evidente dolor.—Lo siento si te he ofendido —se disculpó—, pero es la verdad. No quiero que te hagas ilusiones. De hecho, al venir hacia aquí, mi asistente me notificó que hoy se ha publicado una foto tuya y mía en el hospital, lo que ha generado un malentendido. Incluso se habla de que hemos reanudado nuestro compromiso.Sebastián hizo una pausa, buscando las pal
Capítulo 40 ¡No somos hermanas!— ¿Qué quieres, Penélope? ¿A qué has venido?—Solo quería verte hermanita menor—la frase fue dicha mostrando una sonrisa fría y arrogante— ¡No somos hermanas! ¡Ni siquiera somos familia y te has encargado de decírmelo de todos los modos posibles, así que deja ya el teatro que haces aquí! ¡Tampoco nos llevamos bien! ¡Deberías marcharte!Penélope la ignoró por completo y continuó como si hablara para sí misma caminando y observando todo a su alrededor—La mayoría de las personas de dinero sabe que la ubicación de este apartamento es una de la más hermosa y elegante de la ciudad, son lugares inmensos con mucha vigilancia privada y con todas las comodidades internas —Penélope recorría el salón con los ojos admirados. Cada objeto allí era valioso. En su mente, ella solo pensaba ¿Cómo esta estúpida ha sido tan afortunada?—Estaba haciéndole un chequeo en los dominios de Sebastián Myers, sabes que hace tiempo quiero hablar con él, pero parece un rey, al que ha
Capítulo 39 ¿Mi hermanastra?Sebastián se sintió emocionado, si hubiese sospechado que con eso bastaba para recibir su abrazo lo habría puesto en práctica hace tiempo —Sí, indícales que necesitas o cómo quieres que lo decoren, ellos te ayudaran, no sé mucho de eso, pero tú y tu amiga pueden explicarlesDe pronto Britania se dio cuenta de lo que hacía, no podía evitarlo, se sintió emocionado, Ella sonrió, su sonrisa beatífica iluminó todo su rostro, se sentía tan agradecida por su obsequio, se quiso separar de él, pero ella sostuvo y no la dejo ir, así que ella siguió abrazada a Sebastián,— ¡Lo siento! ¡Es que no lo esperaba! ¡Nunca había tenido un lugar para trabajar! ¡Me enternece que hayas pensado en eso!Él inclinó la boca hacia su oreja, sus labios murmurándole. — ¡Solo quiero que te sientas cómoda! —Al bajar la cabeza, ella casi pudo apreciar el olor a whisky escocés en su aliento.—Deberías saber algo, por lo general hacer una escultura, incluso pintar no es algo tan… limpio y
Capítulo 38 ¡Su propio lugar de trabajo!Sebastián no quiso seguir escuchando a Lucy— ¡Voy a traerte la leche, y alguna otra cosa de comer!Al ver que Sebastián se retiraba Britania miro a Lucy con furia— ¡Lucy debes dejar de hablar así, haces que me sienta avergonzada!—No entiendo por qué, son un hombre y una mujer, ya tuvieron una noche experimentando, y la prueba evidente es mi sobrino, así que deja de hacerte la mojigata, solo quiero que guardes el reposo convenido con el médico—mientras hablaba Lucy fue hasta el sofá, movió a Britania, se acostó allí y puso la cabeza en las piernas de su amiga— ¡Lucy, no digas cosas que me avergüencen! ¡Realmente solo hablábamos!— ¿Sí? Eso no te lo crees ni tú misma ¿No viste su mirada hacia ti? ¡El sujeto te comía con la mirada!— ¡Deja de ser tan espontánea! ¡Hay personas que no se acostumbran a eso! ¡Deberías irte a dormir!—No, yo me levanté porque no te vi, ¿Recuerdas? ¡Nos acostamos juntas en la misma cama y cuando no te vi me preocupe!
Capítulo 37 ¡Ya piensen en mi sobrino!Sebastián, emocionado, tomó las manos de Britania y las colocó en su vientre. Ella sonrió al ver su emoción. A Sebastián le pareció tan tierno el momento, quiso besarla. Mirándola directamente a los ojos, levantó suavemente una de sus manos y aparto unos mechones de su cabello que se encontraban en su mejilla, colocándolo detrás de su oreja.Britania sintió una emoción extraña, pero emocionalmente, reconoció ese sentimiento, era similar a lo que sintió esa noche en París. Su mirada y su aliento la envolvían en su delicioso frenesí. Lo deseaba, era puro y excitante deseo.Con una mano delicada, él sostuvo la nuca de ella, hundiendo sus dedos en su suave cabello, Sebastián inclinó la cabeza para conquistar sus labios, su perfume varonil impregnándola, su calor envolviéndola, sus labios fueron separados y su lengua inquieta proyecto su calor.Se escuchó su respiración pesada, y cada uno de ellos sintió los fuertes latidos de sus respectivos corazone
Capítulo 36 ¡Está creciendo! ¡Nuestro hijo está creciendo!—Lo lamento Julieta, solo puedo estar aquí por un momento, así que trata de dormir, tengo cosas que hacer— ¿Te volveré a ver? ¿Volverás? ¡Para mí es muy importante! —volvió a indagar ansiosa. Sebastián no quería comprometerse con esa mujer, ni siquiera sabía por qué estaba tan apegada a él, apenas la conocía, pero no podía darle la espalda a otro ser humano que aparentemente lo necesitaba.— ¡Sí, volveré! —tuvo que decirle que sí, la idea es que se durmiera de una buena vez y marcharse para estar en su apartamento con Britania, a esta hora Victoria debe haberse ido, con suerte estaba Lucy acompañándola. Ella tomó su mano, y él escuchó su suspiro y vio como cerraba los ojos, solo estaría allí hasta que se durmiera, después se marcharía y el día de mañana enviaré a su asistente.Al ver como se durmió, intento sacar su mano, pero estaba fuertemente agarrada, le extraño que no se relajara aún dormida. Al final pudo desprenderse d
Último capítulo