Capítulo 10
En cuanto me vieron, comenzaron a bromear con Matías.

—¡Oye! ¡Por fin te decidiste a traer a tu novia!

—¡Antes la tenías bien escondida!

Uno de los más atrevidos me extendió la mano directamente, sonriendo de oreja a oreja: —¡Mucho gusto!

Al segundo siguiente, Matías le apartó la mano de un manotazo y lo empujó gritando: —¡Qué va! ¡No digan tonterías! ¡Todavía no la he conquistado!

Matías se divirtió con sus amigos, aunque sus ojos siempre regresaban a mí. Nunca había sentido un ambiente tan cálido y acogedor.

Me acomodé en un rincón para verlos competir. Al final del día, cuando todos se preparaban para irse, me di cuenta de que alguien había estado ausente.

Justo cuando pensaba preguntarle a alguien, Matías apareció con un ramo de lirios blancos y esa sonrisa pícara que lo caracterizaba.

—Hace tiempo que quería regalártelas, ¡estas flores te quedan perfectas!

—Seguro te van a gustar.

—Noté que siempre dibujas un lirio junto a tu nombre.

Matías me miraba expectante y en sus ojos vi es
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