Capítulo 18
Cuando uno de esos hombres se atrevió a extender la mano hacia mi pecho, no dudé ni un segundo en sacar la pistola eléctrica y descargarla sobre él. Sin darles tiempo a entender qué pasaba, fui por los otros cuatro de uno en uno.

Al poco rato solo se escuchaban quejidos por todas partes. Ahí quedaron los cinco tipos, retorciéndose en el piso.

Inmediatamente saqué mi celular y llamé a la policía. No me importaba quién estuviera detrás de esto; las autoridades se encargarían de investigarlo.

En ese mismo momento, Matías revisaba los mensajes en su celular, específicamente los de su contacto guardado como "mi amor". Al leer que yo iría a buscarlo, no pudo contener la emoción y comenzó a alardear frente a sus amigos.

—¡Miren! ¡Mi esposa viene a buscarme!

—¿Qué tal, eh? ¡A ver si no les da envidia, solteros!

Uno de sus amigos más cercanos le dio un codazo.

—¡Tanto presumir va a salir mal!

—Nomás porque tienes novia... ¡nosotros también vamos a conseguir una!

Otro de ellos resopló con desdén
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