Thomas nos extendió el folder. Leo lo tomó, hojeándolo, yo a su lado comencé a leer también.
—¿Cómo que salió bajo fianza? —murmuré incrédula.
Thomas soltó aire por la nariz:—Le concedieron casa por cárcel esta mañana. La fianza fue pagada hace dos días, pero el proceso se completó hoy. La solicitud incluyó informes psiquiátricos y una supuesta colecta solidaria.
—¿Colecta? —Leo alzó la vista, cortante.
—Una donación anónima —explicó Thomas—. Canalizada a través de la iglesia donde trabaja el hermano de Ingrid como voluntario. El comunicado hablaba de una «alma perdida pero redimida».
—¿Es eso legal? —solté, la rabia filtrándose entre mis palabras—. ¿