Capítulo 39

Aila POV

El olor a sangre y a hierbas curativas me revolvió el estómago, una combinación que conocía demasiado bien. 

Me transportó instantáneamente a la enfermería de Colmillo Negro, a la sensación de mi propio cuerpo rindiéndose al veneno. Pero esta vez, no era yo la que yacía en la cama.

Era Damián.

Sobrevivió. La palabra era a la vez un alivio inmenso y una simplificación terrible. Estaba vivo, sí, pero roto. 

Tenía el brazo izquierdo y dos costillas fracturadas, una conmoción cerebral severa y una pierna destrozada de una forma tan brutal que Mavena, la vieja sanadora, había tardado horas en vo

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