Aila POV
—Veo que has traído algo del barro.
La frase, cargada de un veneno dulce y letal, quedó flotando en el aire helado del patio. El "barro" era yo. Y mi hijo.
La sonrisa de Catalina era la de una depredadora que acababa de acorralar a su presa, y la multitud de nobles Lycan a nuestro alrededor era un círculo de chacales esperando para disfrutar del espectáculo.
Pude sentir a Damián tensarse a mi lado, un gruñido bajo y profundo vibrando en su pecho.
Estaba a un segundo de lanzarse sobre ella, de arrancarle esa sonrisa arrogante del rostro. Pero antes de que pudiera moverse, le dirigí una mirada. Una mirada que era a la vez una orden y una súplica.