Massimo estaba decidido. Aquella conversación con Alba, la charla con su hijo Fabri, la evidencia en sus manos y sobre todo, esa mirada rota de su esposa, lo habían transformado por dentro. No sabía en qué momento exacto había comenzado a odiar la versión de sí mismo que Alba le había mostrado con sus verdades, pero ahora no podía dejar de cuestionarlo todo. ¿Y si de verdad había sido un monstruo? ¿Y si todo ese tiempo se había aferrado a una mentira para no aceptar que la había lastimado más de lo que podía reparar?
Las palabras de Alba quemaban dentro de su pecho, quería seguir adelante e intentar organizar sus ideas.Tomó una ducha rápida entes de colocarse una camisa que realmente no había usado en mucho tiempo y mientras tomaba su café pensaba en que haría de ahora en adelante.
No podía terminar con Lía de la noche a la mañana, aun no estaba seguro de nada e incluso si descubriera que Alba nunca lo engañó, el... aun sentía empatía por ella, toda aquella situación era más complica