— Amelia

Estoy en una de las tiendas más exclusivas de la ciudad. Las vitrinas brillan bajo la luz artificial, y cada estante está repleto de regalos que cualquier niño envidiaría. Camino con seguridad, eligiendo cuidadosamente el que será el regalo perfecto para mi hijo. Mañana será su cumpleaños y pienso celebrarlo en grande. Él contrató fotógrafos, decoradores, influencers. Ya informé a los medios. Será un evento inolvidable, como debe ser. Quiero que salga en todos los portales de noticias. Que la prensa hable de la “hermosa familia que formamos Charles y yo”.

Y sobre todo, quiero que Rebeca lo vea . Que vea lo que perdió. Que entienda que él me eligió a mí .

Tengo todo bajo control.

Justo cuando estoy comparando dos autos eléctricos —uno rojo y otro blanco; el blanco me parece más elegante—, mi teléfono suena. Lo saco con tranquilidad de mi bolso y sonrío al ver el nombre en pantalla.

Carlos.

—Hola, amor —contesto con dulzura y una sonrisa que sé que él puede imaginar incluso sin