El cliente misterioso se retiró dejando un vacío extraño y un sabor inolvidable en mis labios. Me sentía en un pozo sin salida por lo del Dr Beltrán; y aunque el misterioso era el único que me daba paz, ya no lo tenía. Se había ido para siempre.
Volví al apartamento de Alison y no podía evitar sonreír, acariciar el brazalete, y recordar el beso perfecto que aún sentía en mis labios. Intenté no pensar en él, en que no volvería a verlo, pero no era tan fácil. Él y Fabián eran las dos únicas personas que me alejaban un poco de mi realidad, aunque con Fabián era solo una extraña fantasía.
Era casi media noche y Alison aún estaba despierta viendo su móvil con sus ojos muy abiertos. Parecía muy sorprendida por algo.
―¿Estás bien? ―dije al tiempo que colocaba mi abrigo y bolso detrás de la puerta.
―Sí ―dijo ella dirigiendo su mirada al brazalete. Se puso de pie apresurada y cubrió su boca con una de sus manos―. ¡No puede ser!
Me aparté de ella sin entender qué le pasaba y acaricié el brazale