Luego de algunas semanas perfectas con Fabián, las cuales se habían convertido en un sueño del que nunca quería despertar, mi realidad en el Luxury era cada vez más fuerte. Pero esas horas junto a él, al tiempo que le daba vida a mi pastelería, era mi momento más preciado. Sin embargo, de un día para otro todo cambió.
Ahora estoy con Sergio en Nueva york:
―¿Acaso no te gusta la vista de la habitación? ―dijo Sergio a varios metros de mí. Estábamos en un hotel de lujo.
Durante todo el viaje había estado en silencio. Me sentía tan enojada, tan triste, tan vacía, que no sabía cómo aparentar una sonrisa. Horas antes, sin darme la posibilidad de elegir, me ordenó viajar con él, no pude despedirme de mi mamá y mucho menos advertirle a Fabián lo que estaba pasando. Solo Alison podía ayudarme.
―Es muy bonita―respondí luego de varios segundos de silencio, mientras observa en el fondo la estatua de la libertad.
―No pareces muy contenta por el viaje.
―¿Es enserio? Como voy a estar contenta si me