Había hecho un pacto con mi Alfa, Ethan: al amanecer nos reuniríamos en el Bosque de la Luna para celebrar nuestra boda secreta. Pero en el último momento apareció corriendo por el aeropuerto. Justo antes de abordar, sonó la llamada urgente de su asistente omega. —Amor mío, mi futura Luna... —me susurró con la voz cargada de disculpas, rodeándome con fuerza—. La manada tiene un acuerdo comercial muy delicado y solo yo puedo resolverlo. —Ve tú primero, quédate unos días allá —me pidió casi suplicando—. Dame solo un poco de tiempo, te lo juro por la diosa de la Luna, y volaré enseguida a tu lado. La decepción me golpeó como una ola, pero sabía que los asuntos de la manada siempre iban primero. Con el corazón hecho pedazos, asentí en silencio. Cuando él se dio la vuelta, yo ya había destrozado mi boleto. Tenía que ver con mis propios ojos qué manada tan insensata se atrevía a pasar por alto a la verdadera heredera de la Manada del Alba, la única hija del líder supremo de la Alianza de Licántropos, para sentarse a negociar con un Alfa de nombre vacío. Al fin y al cabo, el territorio y las riquezas de la Manada del Alba ya habían vuelto a mis manos hacía apenas unas horas.
Leer másCumplí mi promesa: lo dejé sin nada y recuperé todo lo que alguna vez le di.Quince días después, el Tribunal de la Alianza abrió la audiencia. Yo ni siquiera me molesté en ir; envié a Silas a hablar en mi nombre.El salón estaba cargado de solemnidad. La tensión era tal que nadie se atrevía ni a respirar.La voz grave del anciano principal retumbó entre los muros:—El acusado Ethan falsificó un vínculo con Elizabeth para quedarse con millones; usó su cargo para desviar bienes de la manada a manos llenas y, en el templo, permitió que atentaran contra la integridad de Elizabeth. Los cargos son graves.Hizo una pausa y lo fulminó con la mirada:—Por todo eso, Ethan queda condenado a doce años de prisión. Se le quita el título de Alfa y, en siete días, será echado como un lobo errante.El rostro de Ethan se desfiguró. El temblor le recorrió el cuerpo hasta que se desplomó en el estrado, como si el suelo se le abriera bajo los pies.Lilith lo miraba con los labios temblorosos. Intentó habl
En la pantalla gigante apareció de pronto un archivo personal, directo y contundente: "Elizabeth, hija única de Adrián, Líder de la Alianza de Hombres Lobo, graduada con honores en la Academia de Élite Mundial, única heredera legítima de la alianza."Al instante comenzaron a proyectarse imágenes mías en distintas cumbres de la alianza, representando a mi pueblo frente a todas las manadas. Después, una fotografía: mi madre, la Gran Sacerdotisa, rodeándome con su brazo en la ceremonia de coronación de la Luna.Un murmullo de espanto recorrió la sala.Los mismos que un momento antes me habían gritado insultos como "puta", "secretaria barata" o "cualquiera", ahora tenían el rostro desencajado y pálido, las piernas temblando. Algunos se dejaron caer al suelo, sin fuerzas ni para estar de pie.—¿Ella... ella es de verdad la hija del líder Adrián?—Estamos muertos... nos metimos con alguien intocable.—¿Nos van a meter presos? ¿Nos van a matar?Lilith fue la primera en reaccionar. De un empuj
El giro inesperado dejó al templo en un silencio sepulcral.El Beta de mi padre, Víctor, se lanzó como un rayo. De una patada brutal mandó a volar a uno de los tipos que me sujetaban y lo estrelló contra el altar, dejándolo hecho pedazos.Dos guerreras me levantaron con firmeza y de inmediato me cubrieron los hombros medio desnudos con una capa pesada, bordada con el emblema de mi familia.La cara de Ethan se puso pálida. Con los ojos inyectados de rabia, se encaró con Víctor y por fin reaccionó.—¡¿Se volvieron locos?! ¡Yo soy el Alfa de la Manada del Alba! ¡Yo los llamé!—¡Imbéciles! ¿Ya no saben reconocer a su propio Alfa?Marcus, con las venas del cuello hinchadas, gritó:—¿¡Y la guardia del templo!? ¡Saquen a estos intrusos de inmediato!Pero los guardianes permanecieron inmóviles. Es más: dieron un paso atrás, limitándose a observar en silencio.Marcus casi estalló de furia.—¿No oyeron? ¿Se atreven a ignorar al administrador del templo?En ese instante, desde afuera retumbó un
Una silueta familiar apareció en la entrada del templo: Marcus Bush, administrador del santuario.De pronto, sentí un rayo de esperanza dentro de mí.Marcus siempre fue de la plena confianza de mi papá y, de alguna manera, un protector que estuvo ahí mientras yo crecía.Cuando levantamos el templo, mi papá le pidió que me echara un ojo de cerca.Marcus, con la mano en el pecho, me prometió que daría la vida por mí.Ahora, al verme tirada en el suelo, con la ropa hecha jirones y sometida por esas bestias, se quedó helado: pálido, la voz temblorosa.—¿¡Qué carajos está pasando aquí!?El padre de Lilith no tardó en contestar, inflando el pecho:—Señor Bush, esta mujer se atrevió a manchar la boda del Alfa. ¡Lo que ve aquí es justicia! Todos actuamos en nombre del Alfa. Y si lo duda, pregúntele a él mismo.Ethan, con el gesto tenso, no tuvo otra que asentir.La mirada de Marcus iba y venía entre él y yo. Por unos segundos pareció dudar, pero al final apretó la mandíbula y empezó a echarse
Por un instante, la fuerza de mi voz dejó a Ethan paralizado.Al oírme, los invitados empezaron a murmurar entre ellos.—¿Oyeron lo que dijo? Que anda con el Alfa hace tres años, que hoy era su boda y que hasta este templo se lo regaló... ¿será cierto?—¡Por favor! Puras mentiras. Todos conocemos a Ethan desde niño, sabemos muy bien qué clase de hombre es.—Sí, ¿y ahora va a venir a decir que la Manada del Alba también es suya?De pronto, una voz femenina, temblorosa, se animó a hablar:—Pero... yo vi en una revista la marca de su vestido. Es carísima, de lujo total. Ni siquiera a Lilith la vi con algo así.La cara de Lilith se crispó de rabia. Giró hacia la chica y la fulminó con la mirada.—¡Ignorante! ¿Qué vas a saber tú de marcas? ¡Y pensar que vivimos pared con pared! Nunca vi a alguien defender así a una extraña.La muchacha se encogió en su asiento, intimidada, y calló de inmediato.Ethan, satisfecho, desvió la mirada hacia mí.Con un gesto teatral, levantó la mano de Lilith par
Me salió una risa irónica y le di un puntapié a Ethan con la punta del pie.—Mira mi apellido y ahora mira el tuyo. ¿De verdad crees que necesito ser tu asistente? ¿Y tu suegro? ¿Ni siquiera sabe qué puesto ocupa su propia hija en la manada?Apenas terminé de hablar, un hombre sentado cerca me lanzó cáscaras de girasol.La sala entera estalló en carcajadas.—¿En serio? ¿Una mujer que quiere trepar tan alto y ni siquiera se informa del rango de su presa? —se burló uno.—¿Sabes quién es Ethan? El Alfa que gobierna vastos territorios, con una fortuna incalculable, miles de guerreros bajo su mando, mansiones y autos de lujo sin fin.—¿Ves este templo? Enorme, lujoso, hecho solo para ceremonias... ¡todo gracias al Alfa Ethan!—Y ni hablar de Lilith —añadió otro—. No solo lleva las riendas de la manada, también cerró decenas de acuerdos comerciales. Gracias a ella, la Manada del Alba multiplicó su poder en nada de tiempo.¿Lilith, la que se encarga de la manada?¿La que negocia por él?¿La q
Último capítulo