Bratt
En el comedor, miro a Serena con intriga, puesto que se ha comportado muy extraño en estos días. Siempre está pensativa, evasiva y nerviosa, aparte de que casi no la veo porque sale demasiado temprano y llega muy tarde a casa con la excusa de que tiene mucho trabajo.
No sé qué le pasa ahora, pero me preocupa bastante su cambio de actitud.
—¿Por qué no vamos a la playa hoy? —propongo mientras le echo café a su taza.
Dado que ella no trabaja hoy, intercambié el día con un colega para poder pasármelo con mi pecosa porque la extraño bastante y necesito saber si la he ofendido o hecho sentir mal para que tome esa actitud conmigo.
—¿A la playa? No lo sé... —Juega con el contenido de su plato y se muerde el labio inferior como muestra de titubeo.
Ah, no; no permitiré que se niegue.
—Ambos necesitamos relajarnos y descansar, aparte de que no hemos pasado mucho tiempo juntos que digamos, ¿cierto, abuelo?
Lo sé, estoy jugando sucio al involucrarlo, pero necesito convencerla.
Serena me mir