Ian
No me gusta dejar a mi bebé por tanto tiempo, pero es mejor que se quede en casa y evitarme los gastos y el afán de llevarla conmigo. Además, estaré muy ocupado trabajando, así que ni tiempo de salir tendré.
—Adiós, mi niña bella. —Acaricio el manillar y le doy una última mirada.
Salgo del estacionamiento del complejo y llamo el taxi que me llevará a la agencia, ya que partiremos desde allí. No sé por qué demonios asocio a un simple taxi con la pelirroja loca que se atrevió a rechazarme esta mañana, pero me cabrea que ella se me cuele en los pensamientos tan seguido y que hasta lo más mínimo me la recuerde.
Esa loca se atrevió a rechazarme, a mí, que soy quien suele decir que no.
«¿Quién eres y por qué me atraes tanto?»
Ni siquiera me dijo su nombre. ¿Cuál sería la probabilidad de volver a verla?
—¿Para qué quiero ver a esa sádica? —mascullo. En ese momento llega mi taxi y me subo, unos diez minutos después, este me deja en la agencia.
—Yo también viajaré, pero será a otro país. T